"Como cónyuges no lo hicimos bien, pero como padres lo hicimos lo mejor que pudimos", dice Rosario visiblemente emocionada. Rosario Porto, que reconoce que no escatimaba en gastos con su hija adpotada, confirma que dabla clases de violín, piano, ballet, alemán, inglés, francés, chino y gallego. "Cuando hacía los deberes, decía me voy a descansar e iba a tocar el piano", dice antes de romper a llorar.