Lucía Vivar pudo morir en un terrible accidente que podría haber sido evitado
Los padres de Lucía Vivar esperan deshechos junto a la vía. El forense examina el cuerpo de la pequeña y dice que recibió un golpe seco en la cabeza. A falta de la autopsia indica que esa es la causa de la muerte. El tren está parado junto al cuerpo, es el primero de la mañana, y piensan que pudo golpearla en la cabeza con alguna pieza de la parte inferior. El maquinista explica a los agentes de la Guardia Civil que vio un bulto junto en la vía pero no pudo parar. Al regresar en sentido contrario detuvo el convoy y vio el cadáver. La hipótesis de trabajo es que la pequeña anduviera más de 3 kilómetros, de noche y alejándose de las luces del pueblo. El alcalde de Álora asegura que no es posible pero el capitán de la Guardia Civil que lleva toda la noche buscándola piensa que sí es probable. Lucía pudo dormirse junto la vía, ya agotada por el susto de no encontrar a su familia, y pudo despertarla el ruido del tren que por la mañana la golpeó. Los agentes de criminalística que han inspeccionado la zona no ven indicios de arrastre, ni huellas de que fuera llevada por otra persona. O en coche. Tampoco en la cuneta encuentran signos de que la niña cayera rodando desde la carretera. Pero están tomando declaración a testigos y revisando las cámaras de una gasolinera cercana. Por carretera hay 7 kilómetros desde la estación donde la pequeña jugaba con sus primos y sus padres cenaban. El chupete fue encontrado más arriba, cerca de las vías. La búsqueda se inició en círculos concéntricos de más cerca a más lejos. A las seis de la mañana llegaron los perros de la Guardia Civil y empezaron el rastreo por las vías, en longitudinal. Pero ya era tarde. No llegaron a tiempo. La pregunta que surge es por qué no se cortó el tráfico de trenes mientras Lucía seguía desaparecida.