Madrid, refugio transexual

Vanesa es cubana y acaba de cumplir los 19. Empezó a hormonarse cuando alcanzó la mayoría de edad. Lo tenía tan claro que llegó a España con sólo 16 años para informarse de los pasos que debía dar para iniciar su transformación física. Nos cuenta que sólo necesitó una visita al psiquiatra, porque su caso no planteaba dudas.

Con 14 años, siendo aún Cristian, el Ballet Bolshoi de Moscú le dio una beca para vivir y dedicarse allí a la danza. Era su pasión y tenía un futuro muy prometedor. Pero llegado un punto, la adolescencia, ella misma tuvo que desbaratarlo por llegar a ser quien realmente era: Una mujer. Abandonó la beca después de superar una depresión que la llevó a una tentativa de suicidio. Supo que era el momento para dar el salto y buscar su verdadero cuerpo.

La Comunidad de Madrid la tuteló durante su minoría de edad. Esta oficina se convirtió para ella en la casa que no tenía y en la familia que le faltaba (sus padres y sus hermanos seguían en Cuba) Le asesoraron paso a paso legal, sanitaria y hasta escolarmente. Isidro García Nieto, uno de los trabajadores sociales del programa nos cuenta que cuando llegó, Vanesa era una niña asustada encerrada en el cuerpo de un niño.

En tres años la ha visto convertirse en una mujer segura de sí misma y resuelta. Cuando inició el proceso de información aquí, en Cuba aún no estaba desarrollada la ley de Identidad de Género. Y ella tenía urgencia. Aprovechó la coyuntura de la aparición de esa Ley en España en el año 2007 para iniciar su proceso. Recuerda con emoción el primer sujetador que tuvo. Y reconoce haber tenido suerte porque en su caso todo le salió rodado.

La operaron de las cuerdas vocales para modularle la voz, una intervención que de no haber estado cubierta por la seguridad social le habría costado 4500 euros. Ya ha pasado por varias operaciones y hasta completar su cambio físico le quedan algunas más pero asegura que para ella entrar en el quirófano es motivo de alegría porque sabe que de allí saldrá mejor, más cerca de ser vista como la mujer que ella siente ser.

Arte también es transexual. Tiene 28 años y nació en Sicilia. Un lugar que hace dos años se le hizo inhabitable. Asegura que hay un machismo siciliano que se manifiesta con especial crudeza contra las transexuales. Son insultadas, agredidas y hasta violadas.

En su caso, vivió encerrada en la pintura para evitar la confrontación. No salía de su estudio para evitar la insultaran y hasta que le lanzaran piedras. Cuando quiso empezar con su hormonación, su familia la echó de casa.

Tenía la percepción de que en España los transexuales no estaban tan mal vistos como en Italia. Así que, se vino aquí sin nada. Ahora forma parte del Colectivo Lambda de Valencia. Vive del dinero que le pasa su madre y de la venta de alguno de sus cuadros. Afirma sentirse más feliz aquí por razones tan sencillas como la de poder salir a la calle. Siente que la gente que la mira no le devuelve odio en la mirada, sino simpatía.

Disfruta de esa libertad y abomina de Italia. Aunque reconoce que incluso en esta suerte de paraíso que encontró en España, siguen existiendo muchos problemas para la comunidad transexual. Uno de ellos es la dificultad para encontrar trabajo. De los doscientos currículums que ha dejado, nadie le ha contestado. Y asume que esa seguirá siendo la tónica por lo evidente de su proceso de transformación física y la contradicción con los datos de su DNI.

Un transexual español puede iniciar el cambio de documentación a los dos años de empezar su tratamiento. En su caso, siendo italiana, asegura que se puede demorar hasta diez. Demasiado tiempo para la integración. Para lo que todos los transexuales buscan: que se normalice su situación y la sociedad los vea como gente normal.

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