Semana de incertidumbre para Grecia

Grecia, pero también Europa, se enfrenta a una semana cargada de incertidumbre. En juego está la construcción de una Europa unida, porque la salida del país heleno del euro sería un fracaso económico, pero sobre todo político, inédito hasta ahora.

Un corralito limitado en el tiempo y en un entorno de no ruptura de las negociaciones podría tener un efecto medido, pero si la situación se prolonga y Grecia es incapaz de hacer frente a los pagos del FMI, el próximo martes, y del Banco Central Europeo el 20 de julio, su salida del euro sería prácticamente inevitable.

La vuelta al dracma no impediría la reestructuración de la deuda, que sería aún más difícil de pagar con una moneda devaluada. Y Europa perdería un socio geoestratégico imprescindible, que podría acercarse a Rusia, y abriría la puerta a la desintegración con la pérdida de confianza de los inversores chinos o estadounidenses, por poner un ejemplo, en Europa y en su economía. Europa perdería atracción inversora. Por eso, algunos expertos se preguntan por qué hay que llegar hasta esa situación, si la demanda griega es reestructurar la deuda. Algo inevitable, antes o después.