A veces, la hora de irse a dormir se convierte en un suplicio para los padres... ¡y más si hay dos! Es el caso de María Teresa Campos: "No había manera de acostarlas. Teníamos que dejar que se durmieran en el sofá y luego, su padre y yo, las llevábamos dormidas a la cama. En cuanto se daban la vuelta... ¡aparecían en nuestro dormitorio!".