En la intimidad, el experto en protocolo sueña con gobernar la casona con mano de hierro: "en la proxima prueba me voy a partir la cara para ser capataz. Si llego a capataz las cosas van a cambiar mucho y voy a poner las cosas en su sitio", promete como un político. Su principal rival es Raquel, que en su opinión, quiere "perpetuizarse" como la sucesora de Escassi.
Cosas infinitamente peores se han soltado entre las paredes del pajar, pero Liberto tuvo la mala suerte de que Raquel y Úrsula pusieran la oreja al otro lado, algo que no sabemos si va contra la reglas pero que es bastante censurable desde un punto de vista ético.
A las espías les faltó tiempo para contarles todo lo que habían escuchado a Nagore y Blanca. Esta última declaró que se le había revuelto el estómago cuando supo que Liberto opinaba que ella necesitaba disciplina.
Sea como fuere, las chicas se siente engañadas con Liberto, al que ya habían pillado en varias mentiras y que ahora se ha convertido en un falso redomado. Si necesitaban un motivo para librarse del único hombre que quedaba en el concurso ahora lo tienen. ¡Esto es la guerra!