Un nuevo misterio lleva a Blanca Portillo a ponerse otra vez tras las riendas de 'Acusados'

GUILLERMO ALONSO 07/07/2009 18:57

La situación ha cambiado en EEUU pero no ha ocurrido todavía aquí. Hablamos del halo maldito que para un actor consagrado tiene una serie de televisión, que siempre se relaciona con el encasillamiento, los guiones pobres y, en resumen, reduce el trabajo en televisión a un mero protocolo para poder pagar el alquiler a fin de mes. Por eso resulta todo un exotismo cultural ver a una actriz que ha sido premiada en San Sebastián y en Cannes, consagrada tanto en cine como en teatro, defender con pasión un proyecto de la pequeña pantalla.

Paradójicamente son los actores más jóvenes los que critican la televisión, muchos de ellos tras haber alcanzado el estrellato gracias a ella y no disfrutar con sus efectos. Pero muchos actores consagrados, entre ellos alguna otra chica Almodóvar como Carmen Maura o la propia Portillo, no dudan en compaginar rodajes de altura con directores consagrados y trabajos en la pequeña pantalla.

"La tele tiene un complemento muy peligroso para muchos actores, que tiene que ver con la repercusión del trabajo: de repente te conviertes en el personaje. El 99% por ciento de la gente no hace el esfuerzo de levantarse e irte a ver al teatro o al cine, sino que lo que quiere es estar en el sofá de su casa. Eso tiene un lado bueno, que es llegar a un público mayoritario, pero produce una popularidad que puedes llegar a arrastrar durante demasiado tiempo".

Tal vez precisamente por ello, Portillo eligió proyectos de gran carga dramática una vez abandonó Siete Vidas, la serie que sacó partido de su enorme vis cómica y la hizo popular. Ha interpretado a Hamlet y Medea en teatro, sufrió un cáncer terminal en "Volver", encarnó a la víctima colateral de una tragedia (en la que estaba más envuelta de lo que se atrevía a admitir) en "Los abrazos rotos" y, de nuevo en televisión, optó por un personaje adusto, impenetrable e incluso a veces malévolo en "Acusados". "Yo reivindico la televisión siempre que esté bien hecha. No se puede decir que la tele, el cine o el teatro que hacemos es malo. Hay mal teatro, mala tele y mal cine. Yo quise hacer esta serie precisamente por eso, en un momento en el que estaba haciendo tanto teatro como cine: porque me pareció de lo mejor. Porque quiero reivindicar la posición de un actor en la televisión, que no es mala por sí misma. Lo que hay es productos a los que podríamos pedirle una mayor calidad".

La misma intriga con nuevos elementos

Al hilo de este comentario, llegan los halagos para "Acusados". "Es un producto muy especial, no es una comedia más o menos consumible para toda la familia. Fue una apuesta fuerte por un producto duro. El hecho de que hagamos una segunda temporada tiene que ver con que la gente lo pide. Si algo tiene interesante esta serie es mantener un caso a lo largo de trece capítulos que vertebra la trama, aparte de que haya subtramas que se sucedan".

La serie se despidió en su último episodio de la primera temporada con un 19% de share , que Portillo señala como un triunfo en los tiempos de la fragmentación de la audiencia. "Hay mucha más competencia que antes, ahora es imposible concebir un 31% como el que podía tener "Siete vidas". Llegar a la media de las cadenas actualmente es un verdadero logro. Hay muchas más series, más géneros... La mayor medalla para nosotros es habernos mantenido con la audiencia que hemos tenido durante toda la temporada, fidelizando espectadores y ganando en cada uno de los capítulos".

En ese sentido, la nueva trama de la serie puede dar mucho de sí y fidelizar a nuevos espectadores al introducir un novedoso elemento: el preaviso: "hay un componente nuevo muy interesante, que consiste en que hay elementos que el espectador va a conocer y los personajes no, al contrario que en la anterior temporada. En este caso va a haber situaciones en el que el espectador va por delante de nosotros, con el morbo añadido de preguntarse qué va a hacer alguien cuando se entere de esto, o qué va a hacer el de más allá cuando se entere de que otro ha hecho aquello... ".

Por si una jueza fuera poco, llega una fiscal

Blanca, como el resto de actores, se muestra muy cautelosa a la hora de adelantar detalles de la trama de la segunda temporada y se limita a comentar que no puede ir más allá de lo que se la propia cadena ha contado. "Te contaré hasta donde me dejan leer", explica con cierta sorna. "El caso Metrópolis ha quedado cerrado, pues se encontró a un culpable y se pagaron las indemnizaciones. Joaquín De La Torre no puede ir a la cárcel porque no había pruebas. A partir de ahí, y en una situacióm como la que se dio la temporada pasada, siempre quedan fantasmas, restos, tras algo tan grave y complejo.

D e alguna manera Joaquín de la Torre es el fantasma que vuelve del pasado, al mismo tiempo que la jueza es uno de los fantasmas para él . Ambos hemos perdido un hijo, en teoría por culpa del otro. Lo que en el caso Metrópolis colea ahora es una cuestión personal entre esos dos seres humanos tan potentes. Es inevitable que se tengan que volver a encontrar de alguna manera. Pero no os puedo contar en qué circunstancias".

Se permite añadir algunos detalles respecto al nuevo caso, aunque no demasiados. "Hay una niña que presencia un asesinato y ahí se dispara toda la situación. Hay algunos personajes nuevos, que vienen a limpiar, digamos que vienen de nuevas y no saben nada de lo que ha ocurrido antes. Otros vienen como testigos de lo que ocurrió en la temporada pasada. Y hay gente que va a venir con intenciones diferentes a las que se tenían en este juzgado."

En este punto surge tal vez uno de los giros más apetecibles en esta nueva temporada. ¿Qué es lo único que puede hacer sombra a un personaje femenino tan implacable? Otro igual y con intenciones opuestas. "Un personaje nuevo es el fiscal adscrito a este juzgado, en este caso una mujer, que tiene un vínculo con Rosa Ballester a través de su padre. Su padre es un juez que fue prácticamente su mentor y maestro. Entre la fiscal y la juez se van a producir...". Portillo hace una pausa para buscar la palabra adecuada y finalmente da con una muy sencilla y descriptiva: "¡Conflictos!". Conflictos que tal vez pueden agravarse porque en esta temporada Rosa Ballester intenta ablandar su carácter y dedicarse más a su familia, tras los dramáticos eventos que tuvo que vivir en el pasado reciente. "Tras lo que le ocurrió, querrá volcarse mucho más con su familia. Quiere dedicarse a ella para intentar no volver a cometer errores, pero tristemente las circunstancias la llevarán hacia otro sitio", explica.

La sombra de Los Abrazos Rotos

"¿Vamos a hablar de "Los Abrazos Rotos" en la rueda de prensa de "Acusados"?" , pregunta sorprendida cuando un periodista se refiere a la polémica tras el estreno de la película y la posible decepción para la que algunos ha supuesto el último film de Almodóvar, en el que su personaje es una de las más importantes claves de la historia. La mayor recaudación de "Mentiras y gordas", una película protagonizada precisamente por rostros juveniles de la pequeña pantalla, que "Los Abrazos Rotos" no pilló a Blanca por sorpresa. "Es lógico que la gente quiera ver a sus ídolos televisivos haciendo una película, es normal, más allá de qué película sea. Yo no la he visto. Pero tiene que haber de todo."

Su otra pasión, el teatro, también sale a colación. Pero lo hace casi por defecto: "no quiero compaginar otra vez el teatro con la serie, la temporada pasada lo hice y acabé destrozada. He decidido que la serie merece este año dedicación completa, quiero hacerlo bien. Llega un momento en el que el cansancio no te deja disfrutar y no es sólo tu problema, sino que afecta a tus compañeros. Quiero estar al cien por cien". Tras esta declaración de principios es de lo más lógica su respuesta cuando se le pregunta por algún proyecto que espere en la recámara, sea de cine o teatro. "¡Ni quiero pensar en ello!", suelta convencida. "¡Ya tengo bastante! Llevo tres años que no puedo más. Y este año, aunque he tenido un mes de vacaciones que me supieron a poco, me quedaré otra vez trabajando en verano. Irá a la piscina en Madrid, ¡y echándome protección para que no haya fallos de raccord!".

Nuevos en la serie, viejos conocidos en la vida

Tamar Novas, un actor gallego de la quinta de otros ídolos de su tierra como Martín Rivas, del que además es amigo, llega a la serie con un personaje nuevo y con la seguridad de llevarse bien con Blanca Portillo, con la que no sólo coincidió en un episodio de "Siete vidas" sino que fue su madre en "Los abrazos rotos". La revelación de Novas se produjo cuando ganó un Goya por "Mar Adentro", pero sin embargo es su primera vez como habitual en una serie nacional. "Es la primera vez que hago un personaje fijo en una serie nacional. Ya los había interpretado, pero fue en la televisión autonómica gallega. El resto fueron apariciones episódicas. El reencuentro con Blanca fue muy agradable... todo el equipo de "Los Abrazos Rotos" guardábamos una buena relación. El hecho de que ella estuviera en esta serie fue otro punto a favor para involucrarme". Su personaje es el de Jaime, un camarero que establece una relación con la hija de Rosa Ballester. "Seré un buen apoyo para ella en los malos momentos que atraviesa. Y hasta ahí puedo contarte", finaliza, con el mismo aire de misterio que sus compañeros.

Los periodistas van de un lado a otro para sacar las declaraciones a los protagonistas de la serie , algunos de los cuales ya se han ido y otros de los cuales están ocupados dando una entrevista en otra esquina del enorme plató que representa el bufete de Ballester. Pero tenemos la oportunidad de presenciar una escena reseñable cuando, casi antes de irse, alguien se acerca a Blanca Portillo para comunicarle que en Septiembre le será concedido un premio en una cena a la que debe acudir. "Mira, me han dado un premio", comenta antes de marcharse. "¡Sin comerlo ni beberlo!". Parece que actriz y personaje tienen en común meterse en líos sin darse cuenta.