Tras el asesinato de uno de sus camaradas de la batalla de Flandes, y del de el hermano de éste –ambos poseían una figura llena de rubíes- Alatriste ha vengado su muerte interceptando la salida de Madrid de los dos criminales extranjeros. Aunque el soldado creía que no estaba preparado, Íñigo le ha demostrado que es un valiente luchador.