La otra noche participé en un emotivo homenaje al gran José Saramago. Su amada Pilar me concedió el honor de poner voz a uno de sus textos, palabras sencillas, acertadas, bellas :
"Lo que yo quiero es que el lector, cuando se encuentre con un libro mío, cuando lo lea y llegue al final, pueda decir: conocí a la persona que escribió esto. Aunque no defiendo el confesionalismo en la literatura, me interesa decir: aquí estoy yo, esto es lo que pienso, esto es lo que siento. Para mí, es muy importante que el lector pueda decir: este libro lleva una persona dentro. Y esa persona es el autor de toda esa diversidad de cosas con que se hace una novela."
(Publicado en La Nación, Buenos Aires, 21 de enero de 1996)
A parte de haber tenido el privilegio de leerlas en público, junto a algunos de sus amigos, junto a su viuda, las hago aquí un poco más mías. Se las tomo prestadas al maestro, ya que describen con certeza lo que desea quien escribe, o quien pretende hacerlo con cierta honestidad. ¡Eso quiero yo también!
"En los jardines de la memoria, como pájaros lentos,
poso suavemente los dedos de la mano que no llevo al aire...
Quedan en las yemas gotitas del turbio rocío del pasado,
esquivas, frágiles, fragantes...
En los jardines del tiempo y la memoria
el misterio de no ser sino un recuerdo que se esfuma.
Lágrimas, sonrisas, y poco más. Inmensidad..."
Gracias Pilar, ¡qué bien amaste a quien aun amas!