A un panal de rica miel

telecinco.es 08/06/2009 08:19

Dice el poema de Samaniego:

Ignoro si las moscas que tanto incordian a los concursantes finalistas de Supervivientes acuden por la miel usada por ellos para endulzar los cereales o bien fascinados por el refulgente halo que les rodea por ser los tres últimos.

Conste que la palabra golosina mencionada en un verso no hace referencia al pobre de Juanito, quien tanto esfuerzo parece estar poniendo en hacerse un hueco de contertulio en algún sitio. Se refiere la décima del famoso autor de fábulas al vicio que domina los corazones humanos, que a menudo se convierte en su penar. Se nota que es fabulista porque esto entronca a la perfección con la aventura que llevamos casi tres meses viviendo.

Lo que ha llevado a los tres finalistas a esa privilegiada posición es a su vez aquello por lo que pueden terminar a las puertas de la gloria. Igualmente, el pecado que la audiencia considere más leve permitirá a uno de ellos llevarse el botín final. Igual es demasiado atrevido, pero intentaré brevemente hacer un recorrido por aquellas faltas que cada uno de ellos ha puesto de manifiesto en el concurso, de entre las que hemos podido apreciar como observadores, cada uno desde su palafito y conjuntamente en este tan acogedor, donde hemos disfrutado de tan buena compañía.

Matías Fernández ha triunfado con su estrategia de llevarse bien con todos, pero no tanto porque muchos nos hemos dado cuenta de ello. Su estrategia ganadora "ma non troppo" (pero no demasiado, según dicen los músicos) hizo aguas porque pudo seducir a sus compañeros, pero no tanto a la audiencia. Hay que reconocerle que no la ha cagado, como hicieron otros concursantes conocidos por su anterior participación en otro reality, pero le ha faltado conservar ese halo de autenticidad que tantos creímos ver durante su participación en la cuarta edición de Gran Hermano.

La falta de autenticidad de Matías apenas se ha notado entre sus compañeros, por lo cual ha sido posible que no fuese nominado ni una sola vez durante el concurso. Nadie mostró nunca su nombre en la pizarrilla, lo cual es una medalla de hojalata en esta edición. Lo ha desvalorizado el hecho de que muchos concursantes decidieran pedir a sus compañeros la nominación, razón por la cual la mayoría de las veces se fueron salvando de ser nominados todos menos quienes quisieron utilizar esa estratagema para evitarse la sanción impuesta a los desertores.

No me cabe duda de que si hubieran nominado atendiendo a sus deseos y no condicionados por no perjudicar a quien así lo pedía, Ivonne habría estado nominada. Y aún digo más, habría salido a las primeras de cambio, sin ninguna duda. Pero se salvó, y pasado el tiempo su actitud contraria a las normas básicas de la supervivencia y la convivencia le habría pasado factura a esta concursante. En esas dos caras del concurso, según descripción de Matías en la última gala, fracasó la "reina de belleza".

Ivonne Orsini no supo supervivir sin hacer trampas, consiguiendo comida de forma irregular. Y sumado a esto, no tuvo la valentía de reconocerlo después. En la entrevista previa decía dos cosas que en contraste con lo sucedido parecen absolutamente contradictorias con la realidad. La primera es esta, nada más y nada menos: "Detesto la mentira". Pues bien, precisamente la ocultación de sus trampas a la mayoría de compañeros ha sido la gran mentira de esta edición del programa. Lo otro era que: "Prefiero pedir perdón a pedir permiso". El problema es que ciertamente no pidió permiso para coger lo ajeno, pero tampoco la hemos visto pedir perdón después. Mucho menos a aquellos compañeros con quienes no compartió lo sustraído.

Por su parte, Maite ha pecado por no saber concursar. Ese fue el gran fallo de algunos concursantes que mientras parecían capaces de convencer a la audiencia no mostraban la habilidad necesaria para permanecer en el concurso, o simplemente les faltaron ganas para ello. La ex atleta se ha vendido tan mal que apenas hemos logrado intuir lo que era. No quiero pensar hasta que punto habría arrasado si llegamos a conocerla mejor.

Maite Zuñiga no se ha dejado conocer suficientemente. Ni siquiera muchos de sus compañeros pudieron descubrir ese lado divertido comentado por Daniela Blume en varias ocasiones, lo cual da muestras de su falta de preparación. Según ella misma, se preparó para el hambre y otras circunstancias, pero no para la fundamental al tratarse de un concurso. Lo bueno de formatos como este, es que sin saberse el catón del buen concursante se puede llegar lejos. A Maite no le benefició tanto que muchos compañeros de aventura decidieran tirar precipitadamente la toalla, ya que fue igualmente nominada en más de una ocasión, superando ese trago cada vez. Pero ni con esas llegó a creer nunca en la posibilidad de estar convenciendo a la audiencia.

La clave de sol en esta historia está en cuales han sido las razones por las que anoche veíamos en el debate fantásticamente conducido por Daniel Domenjó a sus tres colaboradores defender el triunfo de Maite. Coincido con Alessandro Lequio en que ella representa al ciudadano normal, y esa normalidad le ha dado un plus de confianza por parte de muchos tele espectadores. Pero no solamente es eso.

De acuerdo que Maite no es un famoso al uso, ni alguien necesitado de fama que persiga el relumbrón. Sus razones para acudir a este programa son más de superación personal, aparte del importante aporte económico de su premio final (o incluso el de su participación, por lo menos en algunos casos). Esto la sitúa más cerca de nosotros que las playmates o jóvenes siliconadas, alguna de ellas portadora de una fama conseguida de forma un tanto vergonzante. Pero no creo que haya sido esto lo más apreciado por la mayoría.

El gran valor transmitido por Maite ha sido el apoyo que ha brindado a muchos de sus compañeros, su fidelidad a prueba de bombas, la cercanía y el soporte en los momentos malos. De una forma u otra, y a pesar de su escasa presencia televisiva en muchos momentos, hemos adivinado su bondad. Parece, además, que no nos hemos equivocado. Si a eso añadimos que ha sido ignorada (cuando menos) por muchos de sus compañeros durante casi todo el tiempo, tenemos un perfil de ganador no menos explicable por inesperado.

Y termino con algo contado por Santi Abad que ya pudimos intuir hace semanas a través de sus palabras dentro del juego, y ahora nos ha confirmado desde aquí fuera. Según contaba anoche en el debate, Matías hizo que Santi ocultara durante una semana el lugar donde se pescaba de maravilla. Querían reservarlo para ellos, con el fin de tener ese arma que les ayudase a ganar el concurso. Mal el uno por proponerlo y el otro por aceptarlo. Quizá se equivocaron de programa y pensaron que ganaría quien más peces lograse apresar.

Quizá mañana veamos ya a los finalistas en Isla de Chachahuate, donde pasarán sus últimos días y tendrán su primera comida en condiciones tras más de ochenta días de hambre y penurias. Sea como fuere, aquí lo contaremos.