Carnaval, carnaval....
23 de Febrero ( por Celia Molina)
Cuando mis amigas me dijeron que sí no me le podía creer. Llevaba seis años dándoles la 'tabarra' para que nos disfázásemos de bocadillo en carnavales, a saber: una tenía que vestirse de huevo, otra de tomate, otra de lechuga y dos de pan, por ejemplo, aunque los ingredientes podían elegirse al gusto. Me han ignorado durante todo este tiempo, como suelen hacer cada vez que se me ocurre una de estas 'celiadas' y de repente, este año, cuando lo volví a proponer ya por costumbre y sin ninguna ilusión, me dijeron que sí (será por la enajación ánimica y moral de la crisis...). No sé por qué, pero coló.
Así que sin pensarlo más nos pusimos a coser los disfraces muertecitas de risa mientras todo el mundo nos decía "Pero hijas, ¡con la edad que tenéis!"... aunque yo creo que los 25 es una edad tan buena como cualquier otra para pasar un buen rato con los amigos y para reirse de uno mismo, que bastante falta hace.
Y sin darnos cuenta, llegó el día de carnaval y con estas 'pintas' recorrimos todo el pueblo donde vivimos ( Velilla de San Antonio, esa pequeña localidad de Madrid que nadie conoce ni conocerá nunca ), saludamos a nuestros ex novios ( que se algeraron de habernos dejado, por 'locas') e hicimos el ridículo (una vez más) bailando y cantando por la calle vestidas de ingredientes hechos con gomaespuna y lápices de colores.
Aunque la cosa era más seria de lo que parecía porque nos habíamos presentado al concurso que se celebra en el pueblo cada año y teníamos un objetivo vital: GANAR. Todas las comparsas habían perparado un espectáculo para desarrollarlo en el escenario: las típicas coreografías, lectura de poesías, canciones con gancho y cosas así, pero nosotras peferimos pasarnos la tarde de juerga y confiar en nuestra espontaneidad y gracejo natural. Así que cuando nos tocó salir a escena, lo único que se nos ocurrío fue tirarnos las unas encimas de las otras para formar un perfecto bocadillo horizontal, espachurrado y vegetal, para ser más exactos. Y la tontería nos valió para ganar el tecer premio ( convencidísimas de que hubo tongo) que constaba de un cheque de 200 euros canjeable en cualquier establecimiento del pueblo, incluídos bares y restaurantes. Ahora tendremos que salir a celebrarlo y gastarnos ese dinero en comer y beber de forma totalmente gratuita. ¡Vaya por Dios! ¡Con la edad que tenemos!....