1 de marzo (Por Nuria Morán)
Después de mucho tiempo esperando este fin de semana, por fin había llegado el día de nuestro viaje a Alhaurín de la Torre. Aunque las cosas no empezaron muy bien, ya que después de una semana con temperaturas casi veraniegas en toda España el tiempo dio un giro de 180º, nuestros días en la Costa del Sol no han tenido desperdicio. Si me pusiera a contar todo lo que ha pasado creo que no terminaría nunca, así que como una imagen vale más que mil palabras, aquí dejo el testigo de nuestras mini vacaciones (bueno, de todo... salvo las partes vetadas que no son pocas)
Después de cinco horas y media de viaje... por fin llegamos a nuestro destino y para celebrarlo ¿qué mejor que una jarra de cerveza fría con nachos en la terraza del 'Moliere' (el mejor bar de Torremolinos)? Todavía no sabíamos el motivo por el que nuestra jefa nos había dejado faltar el viernes al trabajo a tres personas de la redacción a otras cinco salir antes de tiempo. El caso es que lo conseguimos y eso se merecía 48 horas de fiesta.
Había que llenar la nevera de comida y bebida, pero resultamos ser bastante malos haciendo el cálculo de la comida y nos sobró buena parte de la compra. Eso sí, el alcohol no lo tuvimos que tirar...
Los mojitos del Moliere Playa se convirtieron en una rutina diaria sin la cual no sé cómo vamos a sobrevivir...
Entre copazo y copazo también tuvimos tiempo para bajar a ver la playa, y aunque el tiempo no fue demasiado bueno tampoco llovió tanto como la predicción metereológica había dicho.
Lo mejor de todo han sido las noches. El alma de fiesteros que llevamos dentro no tardaba en salir y la casa se llenaba de espectáculos de lo más variados acompañados por performances de lo más atípicas.
Después de dos días durmiendo poco y con hábitos poco saludables, el regreso a Madrid se convitió en un verdadro infierno. Eso sí, los días en Málaga han sido increíbles y no pensamos tardar mucho tiempo en repetirlo.