(Álvaro González) En no pocas ocasiones, en la soledad de mi estancia, desnudo frente al espejo, me pregunto apurando mi último cigarrillo: ¿Por qué me encanta el Programa de Ana Rosa?
No es fácil contestar a esta pregunta. Ocurren tantas cosas en este magazine. El otro día un colaborador se sorprendía cuando Ana Rosa le afeó el término "abarruntar". El candor brillaba en sus ojos cuando replicaba a su jefa que él siempre lo había dicho así.
Pero hoy Ana Rosa se ha quitado el bata de profesora y se ha puesto el mono azul de obrero que se está tomando unas cañas en un bar. En referencia a un chascarrillo que ha traído la Esteban sobre moverla de la silla, la presentadora ha contestado bromeando sobre su peso: "Hay que tener cojones para levantarme a mí".
Yo, solemnemente, me ofrezco.