Perdónemne que hable de mí misma, pero hoy no puedo evitarlo. Porque quiero de hablar de un momento histórico y de una mujer extraordinaria: mi compañera Angeles Caso. En el Matinal nos hemos reunido en un informativo veinticinco años después de que lo hiciéramos en Televisión Española. Eran los telediarios del cambio, la primera vez que las mujeres presentaban en igualdad de condiciones que los varones y que eran, éramos, periodistas.
Quedó atrás el busto parlante para dar paso a gente de carne y hueso, con dicciones menos perfectas pero con mayor implicación en la información. Fue el momento de la consolidación de la Transición democrática, una vez superadas las intentonas golpistas.
Desde la entrada en la Unión Europea, pasando por la aprobación del divorcio hasta la autorización de las televisiones privadas vivimos juntas momentos que cambiaron el fondo y la forma de España. Yo me encontraba en mi salsa; Ángeles necesitaba otros vuelos, la fama -muy fuerte entonces con una sola televisión-, la ahogaba, quería ser escritora a toda costa, cosa que entonces nos parecía una locura. Ella lo dejó todo para escucharse a sí misma, consagrarse a su pasión. Y ha ganado. Y se siente plena, con los proyectos y la vida que realmente ha elegido. Nuestra amistad se ha hecho muy sólida estos años y fue emocionante volver a sentarnos juntas en el mismo entorno que un día nos unió, posibilitando que pudiéramos cumplir nuestros sueños.
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