Sobrecogida he leído el libro de Alicia Giménez Barlett, último premio Nadal, “Donde nadie te encuentre”. El personaje central está inspirado en Teresa Messegué, la Pastora, llamada maqui hermafrodita de posguerra.
Inicialmente me costaba volver a la oscura posguerra española, a la sociedad rural primitiva, a la violencia soterrada, al odio…Sin embargo, los personajes que articulan la historia, un periodista español y un psiquiatra francés, toman cuerpo y evolucionan de una forma sutil pero extraordinaria. Poco a poco se va percibiendo cómo el entorno y la búsqueda que emprenden hace que vivan su viaje esencial, el verdadero viaje de la vida.
Pero hay una figura -el elemento central, la Pastora-, con una voz muy poderosa que ha logrado provocarme verdadera congoja. Es la de ese personaje salvaje, misterioso, uno de los últimos maquis que perdieron su razón de ser en el tortuoso camino que les tocó vivir. He reconocido en ella o él –depende del momento- a voces muy cercanas a mí pertenecientes a un mundo rural que suena a ancestral, en el que el contacto con los animales -únicos compañeros de tantas soledades-, era vital, una forma de calor necesaria para sobrevivir; seres humanos que casi habían dejado de serlo, que dialogaban con ellos, que les entendían y eran entendidos. Un mundo en el que se vivía buscando un instante de brillo en una humilde fiesta popular, o una risa que apagara los efectos letales de las humillaciones.