“Estoy en paz conmigo misma”, “tengo una buena relación con la vida” . Con estas frases me sorprendía hoy la mujer que lleva el peso de la economía de este país. Ni insomnio ni angustia, todo lo contrario, actitud zen, serenidad ante el papelón que la historia y Zapatero le pusieron por delante. Duerme bien porque debe tener la conciencia tranquila –le dije-, pero ella lo atribuye a sus buenos hábitos de vida y al yoga ,que practica desde hace muchos años.
Cuando volamos con turbulencias solemos mirar la cara de las azafatas para saber si tenemos que pensar en nuestras últimas voluntades o en que, aunque encogidos y conteniendo la respiración, llegaremos a puerto. Es una lección que la vicepresidenta ha aprendido perfectamente, porque viéndola parece que tenemos horizontes y que la propuesta de Rajoy de arreglar la economía en dos años es una ligereza como tantas otras.
Justo en el momento más dramático para el empleo se producen los grandes pactos sociales y nos pilla con los dedos cruzados confiando en la remontada. Pero, por si acaso, vamos a curarnos con el yoga como la Salgado, o con lo que tengamos más a mano, no vaya a ser.
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