Alessandro, ningún error

telecinco.es 17/05/2012 10:10

Comienzo hoy la habitual serie de daguerrotipos, mi particular análisis de los finalistas. Como está visto le toca a Alessandro, el primero en proclamarse como tal. Eso será un poco más adelante. Antes me veo obligado a comentar alguna cosa de lo sucedido en las últimas horas fundamentalmente en el loft, puesto que la casa antigua (la fetén, la de siempre, la de la virgen de Candelaria... ah, no, espera) parece congelada en espera de lo que suceda esta noche, que ellos no esperan en absoluto.

La falsa final de esta noche devolverá a una realidad vedada hasta ahora tanto a Sindi como a María y Hugo. Todo indica que será la primera quien complete el cuarteto finalista, aunque personalmente preferiría que fuese María, una concursante incapaz de ser mala cuyo buen carácter me ha conquistado cada día. Cierto que no está llamada a grandes protagonismos, aunque si las circunstancias hubieran sido otras su papel en el concurso podría haber destacado más. Le ha faltado una pareja que la hiciera brillar, lo cual no ha conseguido Hugo, o bien una confidente capaz de que viéramos otra María más comprometida y activa.

En el fondo del programa de hoy está una gran mentira. Los concursantes se creen finalistas y descubrirán que solo uno de ellos lo es, debiendo sumarse a quienes para ellos son los tres últimos expulsados. No está mal lo de hacer esta especie de homenaje a la mentira, protagonista importante de la edición gracias a Noemí. Lo que para algunos es una crueldad no pasa de broma pesada, como decía Mercedes Milá es como un gran 'Inocente, inocente', recordado programa basado en el viejo formato de la cámara oculta (candid camera para los americanos).

He de confesar que no me gustan nada las bromas pesadas. Siempre he detestado las inocentadas que en algunos grupos forman parte de cierto ritual macabro, como es el caso de los colegios mayores y otros. Por ese lado me desagrada esta final. También porque esto hace que se le dé valor al engaño en un programa que para muchos es ejemplarizante y susceptible de imitación. Pero bien mirado, tampoco conviene dramatizar. De los tres concursantes engañados, uno será recompensado con un puesto en la final y los otros dos es previsible que tras cierto enojo inicial terminarán riéndose de su propia inocencia.

Sobre lo ocurrido en el loft, decía que estoy obligado a comentarlo porque voy sintiendo cada día un mayor rechazo a lo que veo. Este final de edición está dañando mi salud mental al tiempo que taladra mi conciencia y pone a prueba mis nervios. El principal responsable de esto es ese Dani presentado como un finalista modélico y a quien cada día veo más la mala intención de provocar el desgaste psicológico de quien él considera su máximo oponente. Este no es otro que un Pepe Flores paciente, que no se deja provocar por un niñato. Estoy seguro de que ya adivinó sus aviesas intenciones.

Lo que pretende Daniel Santos es que Pepe pierda los nervios. Su única opción de ganar este concurso es provocar le expulsión del contrario. Su destino es ser un segundón, y se está comportando de la peor forma posible en ese papel. Podría terminar recordado como quedó retratado injustamente en la gala donde le hacían saber que era el segundo finalista, pero tal forma de tensar la cuerda hará que muchos terminen dándome la razón en el análisis que hice del personaje hace ya muchos días.

Las cosas ayer pasaron de castaño oscuro. Es su opción en el juego, pero resulta suficientemente sucia como para que alguien le alertase. La cuerda no puede tensarse todo lo que se desee. El programa tiene unas reglas que con frecuencia se pasan por alto. Que Dani llame "pederasta" a Pepe es más de lo que se debería tolerar a un concursante. Lamento decir esto, sobre todo porque no será la primera vez que escribo algo parecido en esta edición, pero en muchas ediciones de Big Brother en el mundo un concursante sería inmediatamente expulsado por esta razón.

Como hora y media de machaque a Pepe, burlándose de Mary Joy y sumando ofensas. Haciendo recuento se pudo escuchar que Dani llamaba a Pepe: gilipollas, imbécil, tonto o ese pederasta tan dañino como intolerable. Este listillo aún no había entrado en la casa cuando Noemí sugirió, hablando con Hugo, esto mismo de Pepe. Se basaba en algo tal baladí como que siempre estaba rodeado de mujeres jóvenes. Si la envidia fuera tiña cuántos tiñosos habría. Ahora recupera ese hilo abierto precisamente por la "más uno" de Pepe. Y es que Dani no da puntada sin hilo, aunque lo suyo más que puntadas son auténticas putadas. Con perdón.

Ya lo decía Marta anoche, cuando pudo volver a hablar después de una hora en la que se ganó comer pescado por permanecer en completo silencio. En ese estado pudo apreciar lo insoportable que es Dani, según su confesión. "Yo soy igual, nunca escucho a los demás. Ahora que lo he hecho, me doy cuenta. ¡Qué mal lo he pasado!", decía. Personalmente ya he pasado esa fase de parecerme un tipo insoportablemente pesado, ahora me parece directamente un ser maleducado y dañino, lo más tóxico que ha pasado por esa casa en mucho tiempo. Un sucio tramposo incapaz de jugar con deportividad y confiar en su personalidad para ganar el concurso.

Me cansan sus vídeos con gracietas permanentes, para lo cual cuenta con la complicidad de Ari. Me sobrepasa que intente poner en una situación máxima de tensión a su principal enemigo en el juego. Me solivianta la desvergüenza con la que hace todo, a riesgo de que aquí fuera nos demos cuenta de su repugnante estrategia. No miento si digo que pocas veces un finalista me ha parecido tan despreciable en el modo de enfrentarse a este momento final, que aún no sabemos con precisión cuándo llegará, mucho menos ahora que la gran esperanza blanca ('blanquérrima' y cantarina) de la competencia ya no irá los lunes sino los miércoles.

El caso de Dani es singular, pero no único. El nivel de contaminación de los concursantes es tal que hace perder la gracia a esta fase final del programa. Lo tradicional es que los mayores enemigos terminen teniendo una buena relación obligada por la poca compañía de la que pueden disfrutar las dos últimas semanas del programa. Es esa la hora de enterrar las hachas de guerra y recordar con nostalgia lo vivido. Es una gozada ver en esos momentos cómo el filtro de la memoria es generoso y tiende a recordar con cariño lo sucedido, incluso tratándose de momentos difíciles.

No está pasando así este año. El recuerdo es rencoroso y adolece de un resentimiento importante. Se está utilizando la memoria como arma contra el enemigo. Mal va una sociedad incapaz de asumir su pasado y dejar de removerlo contra los demás. Es culpa de la mecánica de este final de edición, con concursantes resabiados que han recibido hasta este momento muchísima información, unos porque estuvieron viviendo fuera semanas y otros porque pasaron por plató y se enfrentaron a su propio paso por la casa y, además, han sido convenientemente intoxicados.

Esto hace que ver el directo sirva ahora fundamentalmente para enervar los ánimos del espectador. Comenté ayer que si esto sigue así mi próximo blog tendría que llamarse: 'Crónicas desde la López Ibor'. Dije hace días que no me sobraba nadie, estando aún por descubrir el loft. Ahora ese espacio que comenzó siendo como un piso de estudiantes se ha convertido en un nido de víboras donde Ari y Noemí critican durante un larguísimo rato (me parecieron horas, aunque no quiero exagerar) a María. El mismo sitio donde Dani va a saco a por Pepe. Si siguen así mucho tiempo va a peligrar mi salud mental, como digo.

Y ahora sí, voy a por Alessandro.

Daguerrotipos

Alessandro Livi se ha terminado revelando como un concursante casi perfecto. En esta recta final está siendo tocado por la fortuna. Su entrevista como primer finalista estuvo plagada de titulares, dando muestra de gran sensatez y saber estar. Se mantuvo sereno, firme y sin perder la dignidad. Hay que ser de una pasta especial para no dejarse llevar por la ira en momentos como ese. Muy al contrario, rechazó hacer sangre en el asunto de Noemí. Con absoluta sencillez y un sentido común aplastante arrolló por completo a una Noemí que ya iba anulada por el efecto de una inoportuna sobredosis de tila. No se puede hacer mejor.

Visto desde la perspectiva actual su paso por el concurso fue igual que esa intervención final. Dice un dicho gitano que lo que mal empieza mal acaba, aunque todo buen final que se precie debe ir acompañado de una trayectoria de corrección. Alessandro fue un concursante a la sombra de Noemí casi todo el tiempo, aunque la acumulación de aciertos en su gala hace olvidar ese paso un tanto gris. El colofón fue la elección de Marta, incluso el que eligiera como primera opción a David. Intachable elección, que la audiencia hubiera interpretado como un gesto de generosidad.

David decidió abandonar la casa por amor aún teniendo que pagar la conocida indemnización. No se me ocurre mejor manera de compensarlo que convertirlo en "más uno". Ante la imposibilidad de que tuviera esa segunda oportunidad, Alessandro decide terminar de meterse al público en el bolsillo escogiendo a Marta. Está reservado a los más grandes concursantes el hacer justo aquello que demanda la mayor parte de la audiencia. Este lo ha de ser dado que demostró su capacidad para complacer a propios y extraños.

Una noche de aciertos puede ser de importancia básica, pero de nada hubiera valido si al día siguiente comete la gran equivocación de su vida. Muy al contrario, Alessandro camina firme en cada paso. Ni un error, lo cual comporta especial mérito dada la situación de tensión a la que lleva sometido desde hace diez días. Entremedias llegó este lunes Noemí y su actitud continuó siendo intachable. Ni un mal gesto ni una mala palabra. Al verla entrar por la puerta sonreía. Hay que tener una enorme confianza en uno mismo para tener una reacción como esa. Los últimos días de este concursante merecen un premio. Alessandro se ha convertido en un digno merecedor del título de ganador de Gran Hermano.

Imposible negarle tal valía a un concursante que supera una situación tan difícil sin un solo traspié, y encima acompañado por nuestra Marta. La gran Marta, esa concursante que nos enamoró a muchos. Ella ha sido una acompañante perfecta durante esos primeros tres días que permanecieron solos en el loft. Hubiera dado media vida por tener alguien como Marta a mi lado en los momentos más duros. Si Alessandro no termina siendo el ganador se lleva el premio de haber tenido el acierto de unir su destino al de la alegre Marta. Ese fue un golpe maestro y casi definitivo.

Ni queriendo se pueden hacer grandes reproches a Alessandro. Su paso por la casa fue un ejemplo de convivencia y buena vecindad. Se llevó bien con todos, eludiendo las disputas casi siempre, aunque manteniéndose siempre fiel a sus amigos. Nunca dejó en la estacada a los más afines. Recuerdo la noche en la que Pepe decía verdades como puños en el jardín mientras casi todos escuchaban atentos y solo Noemí se aventuraba a cuestionarle alguna cosa. Alessandro permanecía callado delante de Pepe, pero en cuanto este se marchó al baño intervino para defenderle ante Noemí, diciendo que le gustaría tener la capacidad de análisis de Pepe y lograr expresarse tan bien. Un amigo que habla bien cuando no estás y calla discretamente cuando te tiene delante. ¿Se puede actuar mejor?

Por eso, Alessandro nunca fue un tibio. Poco comprometido tal vez. Y, sobre todo, enemigo de las disputas, lo cual es a menudo interpretado de otro modo. Jamás perdió su independencia de criterio, ni a la hora de nominar ni decidiendo con quién tendría una buena relación. A pesar de ello, se mantuvo siempre leal a sus amigos, como digo. Mantener con tanto acierto ese difícil equilibrio hizo posible que Pepe nunca le reprochase nada. Ambos se convirtieron en grandes amigos, a pesar de cierta escasez de palabras entre ellos. Muy pronto me di cuenta de que aunque con Hugo tuviese una mayor coincidencia de criterios, el corazón de Pepe se había decantado por "el Alexander".

En su relación con Noemí siempre se mostró sincero, aclarando por activa y por pasiva que no estaba enamorado aunque cada día iba teniendo un sentimiento más profundo hacia ella. Soportó las acusaciones continuas de promiscuidad, no demostradas nunca. El hecho de ser italiano y guapo le convertía para ella en una persona distinta de la que se adivinaba desde aquí fuera. Un baile con Mary Joy le costaba un disgusto, aunque ella podía rozarse con todos los chicos que quería sin mayor problema. Luego llegaría el intercambio brasileño y todo lo que ya sabemos.

Alessandro mostró siempre su cariño a Noemí. Y estuvo ahí en los momentos que debía estar, sobre todo cuando ella empezaba a temblar y balbucir, diciendo que se marchaba del programa. Sus "play maletings" tuvieron en Aless una víctima porque a él le tocaba hacer la maleta y, lo que es mucho más fuerte, deshacerla al día siguiente. Nunca entendí por qué si ella ya estaba recuperada y había superado lo que muchos interpretamos como una rabieta y un capricho no podía ocuparse de sus cosas en lugar de dejarle esa labor al italiano.

Partiendo de que Alessandro no ha cometido un solo error que este gato cronista sea capaz de recordar, es el momento de preguntarse si se puede poner algo en su debe. Sinceramente pienso que sí. No cometió ningún error salvo el de omisión. Un concursante que tiene la ambición de convertirse en ganador no puede ir viendo el tiempo pasar. Permanecer en un segundo plano hasta que se van eliminando fichas del tablero es hacer dejación de su obligación como concursante.

Soy consciente de que Alessandro es así. Su protagonismo estuvo muy limitado por su relación a dos con Noemí, pero también por su tendencia a no entrar en polémicas, delegando casi todo el tiempo en los demás el protagonismo. Por eso durante meses siempre pensé que no era merecedor de ganar este concurso. En definitiva, es un tapado que se destapó demasiado tarde, aunque lo hiciera con la limpieza y perfección señaladas. Por eso pienso que ahora tal vez sea demasiado tarde para darle la vuelta (como reza el eslogan comercial de esta edición) a la percepción que durante tanto tiempo tuvo buena parte de la audiencia sobre este concursante.

Moleskine del gato

Noemí le cuenta a Ari que vio uno de los vídeos de aquellos lejanos aquelarres en los que esta no solamente planeaba su nominación junto a Ochoa y Verónica, sino que incluso llegaban a plantearle a Azucena que si ella también lo hacía se libraría de ser nominada por ellas. ¿Adivina el lector la respuesta de Ariadna Sánchez? No recuerda nada de eso. La memoria es selectiva, pero ¿tanto?

Por otro lado, resulta curioso que Ari sea capaz de perdonar con tanta facilidad a Michael y ponga tantas reticencias en otros casos. También era Noemí quien la sondeaba para saber si había visto fuera lo que dijo el 'polifantas' al salir de la casa, acusándola de haber abusado de él aprovechando que estaba sedado por la medicación que recibía, entre otras lindezas. Dijo Ari que se había enterado la misma noche de su salida, que lo habló con él y aunque hay cosas que no le convencieron piensa que es buen chico. Bueno, mejor así, en todo caso.

El momento que más me gustó ayer fue una conversación entre Pepe y Alessandro, a quienes me encanta verles abrazarse con frecuencia y gran franqueza. Le preguntaba Pepe si antes de llegar él y Noe estaba más tranquilo, respondiendo este que no podría negarlo aunque durante toda la semana no paró de darle la vuelta a la cabeza, recordando mil situaciones con ella. Luego hacía Pepe el mismo análisis que le escuché su primera noche en el loft, concluyendo que es la mentira de Noe lo que ha hecho sufrir al italiano.

Me alucina que con tan poca información y tanta premura sea capaz Pepe de dar tanto en el clavo, con análisis certeros repletos de sentido común. Es, tal vez, lo que más me fascina del personaje. Una de las razones por las que deseo su triunfo en el concurso, algo que parece sorprender a algunos enemigos de la libertad de expresión. En realidad, lo que más me gustó fue la pregunta en la que Pepe quería que Aless le dijera si valoraba como más importante el daño que le ha hecho el engaño de Noemí o la imagen que él había proyectado en el exterior. La respuesta fue igualmente buena: "Por mi imagen estoy tranquilo, lo que me ha dañado es el engaño". Evidentísimo.

De la conversación entre Noemí y Alessandro ayer poco pudimos ver, por lo cual no me aventuro a comentar hasta tener una mayor base. En el debate de anoche escuché celebrar que se reserven imágenes del directo para que sean ofrecidas por las galas. Con ese monumento a la estulticia lo dejo por hoy.

Los porcentajes ciegos conocidos anoche son: 65.7 22.6 y 11,7 por ciento. Ahí arriba queda la caricatura de Dani, obra del inconmensurable Javier B.V. Comienza la cuenta atrás hasta la hora de esa final fake que será para todos una sorpresa, como siempre de la mano maestra de mi querida Mercedes. Mañana lo comentaremos.