Carlos puede haber utilizado el cepillo que Belén y Charlotte pasaron por el retrete
Podemos decir que ayer Carlos se pudo lavar los dientes con un cepillo que había sido pasado por el retrete. Como es ya sabido, la gamberrada la habían hecho Belén y Charlotte, con el propósito de repetir esa ‘hazaña’ cada día. Ya hablé ayer de ello, pero hoy puedo desmenuzar la secuencia completa de los hechos. Falta información, pero la que tenemos sigue pareciendo repugnante. La situación en la casa es incómoda desde el domingo. Incómoda y desagradable. Acusaciones tan graves que no se pueden repetir, pero que son radicalmente falsas e injuriosas. Un ambiente enrarecido que denota hasta qué punto, salvo por la ejecución de la prueba, no se han recuperado niveles de convivencia mínimos. Como diría Charlotte, hay muy mala onda.
No voy a hacer el ejercicio de ayer porque me estomaga. Me declaro incapaz de repetir las veces que ayer Belén y Charlotte volvieron a hacer cierta acusación sobre Carlos que ninguna relación tiene con la realidad. Si yo fuera familia del concursante ya habría comparecido en un juzgado de guardia para poner la correspondiente denuncia. Aún no me explico cómo no ha sucedido algo así. E igual de increíble es escuchar a las ‘cuñis’ repitiendo infinidad de veces amenazas de violencia física. La más grave fue proferida anoche por Charlotte, cuando fabulaba con verter aceite hirviendo sobre Fran. ¿Su pecado? Le dijo que estaba más guapa sin ese ridículo maquillaje que se aplica torpemente. Bueno, se lo dijo con algo más de delicadeza.
Satura escuchar tanta mugre todo el día. Tanta simulación, tanto paripé, tanta tontería. No me apetece desmenuzar la porquería. Ahora bien, lo de Charlotte y Belén debe pararse. “¿Tú sabes que si te tiran aceite qué te pasa?”, pregunta Charlotte. “Ya, que te has quemado”, responde Belén. Terminando en carcajada remata Charlotte: “Para toda la vida”. Otro pasaje igual de estremecedor por la argentina: “Yo soy tío le pego, vamos… le hago así (haciendo el gesto con la mano) y le acuchillo”. Ayer Charlotte acuchilló con saña en su imaginación a Fran por una conversación intrascendente. Eso mismo llevan haciendo varios días ella y su amiga. El grado de violencia verbal de estas dos concursantes es altamente ofensivo.
No sé si es peor escuchar de continuo las ganas que tienen Charlotte y Belén de pegar a Carlos y Fran (también vale que alguien lo haga en su lugar), o que jueguen con la salud pública con una gamberrada que pasa de castaño oscuro. Las bromas se hacen con los amigos. Si se hacen a los que no lo son se puede decir que son putadas. Lo de estas dos es de una profunda irresponsabilidad. Vimos la madrugada del domingo al lunes, a eso de las dos y media, la maniobra del cepillo de dientes ejecutada por las ‘cuñis’.
Nos faltó ver materialmente cómo restregaban el cepillo en el retrete, pero tuvimos su relato posterior. Se vanagloriaban de lo que habían hecho, aunque tenían ganas de más. “Hoy, de momento, no hacemos nada más, ¿no?”, preguntaba Belén, que se reía al pensar la cara que pondría Carlos cuando le pongan el vídeo al ver que utilizó ese cepillo. “Mañana al nuevo se lo voy a hacer… Todas las noches, hasta que se vaya. Todas las noches”, afirmaba Charlotte. A la mañana siguiente esta broma pesada ya había circulado en medio del escándalo por las redes sociales. Algunos medios se empezaban a hacer eco. En esta misma casa, tanto Kiko Hernández como yo lo contábamos. Algo tenía que pasar.
Carlos fue llamado al confesionario poco después del despertar. Al salir le preguntó Alejandro por qué habían reclamado su presencia. Primero le dijo que no podía contarlo, y luego sonriendo rectificó la explicación contando que había sido un error. Al rato eran llamadas también Belén y Charlotte. Ya habían salido y se vio en un plano a las dos concursantes con Carlos al fondo cepillándose los dientes. Después de eso, Belén se comunicaba con gestos con Charlotte. Esta preguntaba si lo hacía y cuando ya se iba Belén le recordó que cogiera algo para abrir el paquete. Charlotte agarró un cuchillo de la cocina y se fue al cuarto de baño.
En el baño vimos a Charlotte sacando de un neceser un paquete que contenía dos cepillos de dientes. Se ayudó con el cuchillo para abrir el paquete y cuando parecía que iba a reemplazar el cepillo que habían ensuciado la noche anterior alguien apareció en el baño y Charlotte escondía los cepillos nuevos. Más tarde le contaría a Belén la dificultad que había encontrado a la hora de dar el cambiazo: “El cepillo está metido ahí, pero ahora están todos aquí y no lo puedo hacer. Tú sabes dónde está el cepillo”, le decía Charlotte a Belén y acordaban que lo cambiase esta última. “El cepillo rosa”, le aclaraba Charlotte. Un poco antes de esto, Belén había sentenciado con enorme inocencia: “Cuñi, ya no llegamos a la final por la gamberrada”. Como si hubieran llegado en otro caso.
Nos hemos quedado en que a última hora de la mañana no había cambiado todavía el cepillo por el nuevo y, por la razón que fuera, habían decidido ponerle a Carlos el de color rosa. Sobre las cuatro de la tarde Belén todavía volvía a preguntar a Charlotte si había conseguido cambiar “eso”. Como no estaba todavía cambiado, Belén decía que debía hacerlo y Charlotte volvía a insistir en que pusiera el rosa. La preocupación de Belén porque Carlos llegase a enterarse de la gamberrada iba en aumento. “Como vuelva a venir alguien del exterior y se lo chive, la vamos a tener gorda”.
Además, las ‘cuñis’ pensaban que Carlos se daría cuenta del cambio de cepillo. ¿Y si pregunta?, se planteaban. “Pues mira, me dieron dos cepillos y como uno era rosa te lo quise cambiar, ya que eres tan macho”, decía Belén. Raro será que no se termine enterando. Eso si no es que ya le hubieran avisado en el ‘confe’, aunque extraña que lo hicieran y Carlos no tuviera reparos en cepillarse los dientes con el cepillo en cuestión. Pero si no se entera será un milagro porque ya lo sabe media casa. Charlotte se lo contó a Laura y Belén a Raquel. Belén estaba medio convencida de que Laura se lo contaría a Carlos, ahora que son supuestos ‘amis’. Luego las dos autoras de la gamberrada más repugnante en la historia del programa se lo contaban a Rappel.
Llámenme raro, pero me parece extraño que Rappel no se escandalizase cuando Belén le cuenta que ha metido el cepillo de dientes en “la mierda”. Como el intento de que Rappel leyese en los labios de Belén es fallido esta se lo explicó de otra forma al oído: “Por el váter”. Noté cierta cara de estupor en Rappel, pero no le escuché ni una sola recriminación. Ni la más elemental apelación a la higiene y salud de un compañero de encierro. ¿De dónde han salido estos concursantes? ¿De verdad que son como parece o están poseídos por el espíritu de Don Vito Corleone?
Mis peticiones casi siempre caen en saco roto, pero para hoy quisiera saber si también le dieron un cepillo a Carlos y, por tanto, no se cepilló con el sucio. También me gustaría saber si Carlos sabe lo que ha sucedido. Una breve conversación de este concursante con una Charlotte huidiza a primera hora de la mañana me hace pensar que sí lo sabe. Pero esto no me cuadra con el cepillado posterior. Y, por último, quisiera saber si esta villanía propia de descerebrados va a quedar impune o habrá algún tipo de recriminación a Belén y Charlotte. Preferiblemente una recriminación pública, delante de sus compañeros, con apoyo de las imágenes y en prime time. Cuando me pongo a soñar soy un imbécil integral. Lo sé.
Moleskine del gato
Hoy termino pronto esto porque no estoy dispuesto a mancharme con la porquería que se puede contar de ayer. Salvo la ejecución de la prueba, que aparece como un bálsamo de normalidad en medio de la porquería, todo lo demás produce un enorme hastío. O algo para el impulso violento, las amenazas y las bromas pesadas de Belén y Charlotte o me voy a ahorrar miles de palabras a partir de hoy.
Anoche Isabel Rábago, colaboradora del Debate, publicaba este texto en su cuenta de Twitter, cansada de aquellos que la acusan de defender a Carlos Lozano: “Lo que yo condeno es que una mujer cuando pierde los argumentos y las formas en una discusión de igual a igual con un hombre, su única salida sea acusarlo de ‘maltratador’. Es repugnante y gravísimo. Flaco favor hacemos todos con estas reacciones. Basta ya de utilizar un tema tan serio. Basta ya”. Valiente y necesaria reflexión que suscribo completamente.
Por su parte, Mireia Canalda, también colaboradora del Debate, publicaba un largo y brillante texto en su Twitter, del que extraigo estas palabras: “Basta ya de decir la palabra ‘maltratador’ tan fácilmente ya que es algo muy serio. Si así lo consideráis podéis llamarle provocador, broncas, tocanarices… Pero de ahí a algo tan preocupante en nuestra sociedad no”. También suscribo esto y su defensa a Carlos, al que ni Mireia ni quien suscribe estas líneas consideramos “machista”. Es una sucia mentira que se meta o discuta más con las mujeres que con los hombres. Lo hace indistintamente cuando considera que debe hacerlo. En otra parte del texto, Mireia se hace esta pregunta, que es mi gran duda hoy: “¿Por qué les permitimos este comportamiento a estas dos señoritas? ¿Cómo se puede defender eso?”. En esto estamos, amigos.
Y dejo cartelera, con Rosa Benito en 'Carmina o revienta'.
[Montaje por Montse Juanilla]