Menudo cambio en un día

telecinco.es 05/02/2010 08:22

Voy a hacer tan solo un par de reflexiones intentando respetar la vieja tradición de esperar unos días para empezar a sacar conclusiones más o menos en firme. Como no sabemos cuánto durará esta edición especial pero suponemos (y hasta esperamos) que no tanto como una de las habituales, ese periodo de gracia igual se reduce en buena medida. Pero no tanto como para empezar a repartir estopa el primer día.

Además, dado que un amable lector me ha preguntado con cariño si no pensaba que soy un poco pedante y, con la sinceridad supuesta y exigida, le he contestado que sí, creo que hoy escribiré más en 'román paladino' que nunca, y al que no le guste que se espere hasta otro día. No me durará mucho este acceso de sencillez, poco propio de un gato juntaletras. En realidad, me cautivó de la pregunta lo de "un poco", lo cual hizo que viniera detrás todo lo demás. Y ya que estoy en plenas confesiones diré que mi propósito para el tiempo que dure 'GH el reencuentro' es escribir con frecuencia algo menor, sin que sea necesario y obligatorio poner un comentario diario a primerísima hora de la mañana. Habrá, por tanto, algunos días que dejaré pendiente para el próximo día mis reflexiones y otros publicaré a horas no tan tempranas, razón fundamental de mis desvelos. Todo sea por aguantar esta especie de maratón que, sin solución de continuidad, acabará tras unos siete meses de vigilia y análisis continuos, en el caso menos extremo posible.

Dicho todo lo anterior, voy al grano que hay mucha tela por cortar. En solamente un día alguna cosa ha cambiado de forma muy radical. Arturo e Indhira empezaron por no saludarse al encontrarse en la casa y ayer tarde reposaban el esfuerzo de la prueba del rocódromo tendidos en su sofá (viejo testigo de largas noches de desenfreno), con la cabeza de ella apoyada en su costado, el brazo rodeando su torso y Arturo levantando la pierna para atrapar con ella a la 'india'. Prometo por lo más sagrado que no le estoy poniendo poesía ni edulcorantes añadidos a la historia. El de Irún (nunca me había pasado tanto tiempo hablando de una persona) clama por el buen rollo y ella se protege diciendo que "buen rollo pero no tanto". Veo más claro que estas letras en la pantalla de mi ordenador personal lo poco que tiene de auténtico el comentario de la malagueña. Ella está encantada con la situación.

Nacho lo supo adivinar la noche de la entrada en la casa, en conversación con Bea o con Raquel, no recuerdo bien. "En dos días estos están otra vez bien entre ellos", dijo el 'vendedor de sueños' que un viejo amigo conocido como Feraud (presentado como su álter ego Kurtz) nos hizo ver como uno de los concursantes más radicalmente sinceros. Lo escrito hace poco más de siete años se me presenta como válido hoy en día, y a ello he de añadir que Nacho también parece ser intuitivo o con ciertas dotes de vidente. En lo único que falló fue en el plazo de tiempo y solamente por la mínima. No fueron dos días sino uno. Ayer Arturo e Indhira parecían sombra de lo que eran. Ellos sí se han dado prisa, como recomendaba Milá el miércoles, en comenzar a desatar nudos.

Claro que sus compañeros lo pueden estar analizando de otro modo. Para algunos de ellos quizá son demasiadas prisas. La envidia cierta que este gato vio la primera noche hacia Arturo, pero especialmente hacia Indhira, se amplificó ayer tras verse en la casa el tan diferente plan que tiene la pareja. En un momento llegaron a meterse en la ducha, tan solo para comprobar si funcionaba el agua caliente a petición del 'súper', e imaginé a varios de sus compañeros clavándose cuchillos en la boca del estómago, nerviosos y compungidos imaginando que estos dos se vuelvan a liar en la ducha, o allá donde quiera marcar el destino.

Ya con pocas horas, quizá minutos, de estancia en esa casa mágica creí escuchar a alguien decir que ellos estaban allí poco menos que como comparsas de las auténticas estrellas que justificarían esta edición. Evidentemente, se refería a Arturo e Indhira, y particularmente a esta última. En su ausencia, Nico cuestionaba en la mesa la popularidad de Indhira. No sé si no serán demasiados ojos puestos encima de esta concursante. De los de fuera habría de estar acostumbrada, pero ahora tiene también la observación de los más cercanos, que no le quitan el ojo. Espero que sepa aguantar bien la presión.

No en vano esto es un concurso en el que todos van a por el mismo botín, y para conseguirlo deben evitar el acceso al mismo del resto de piratas.

De momento se libran bastante de la caza de brujas Desi y Nacho. Los demás han pasado tan rápido como los protagonistas de GH XI del buen rollo a las puñaladas traperas. En realidad se nota a la legua que tienen envidia y miedo. Envidia por la popularidad de Indhira y Arturo, miedo a que eso les haga perder la temporada una vez más. Hablando de poderes precognitivos, Indhira también acertó al suponer que igual concursan como parejas. Desde ese punto de vista, a ella y a su pareja en el concurso y en la prueba semanal les convendría seguir aproximando posturas y desatando la maraña que se produjo en la casa y arreció una vez más tras la salida de ambos, quizá por resultar intoxicados por los más cercanos. La prueba es como la del rocódromo pero con el miembro de cada pareja unido al otro por los pies. Esto, de momento, ha acercado a las parejas, lo cual he de decir que me ha parecido una idea genial.

Dos cosas interesantes de las primeras horas. La distribución en dormitorios y esa discusión barra reconciliación entre Arturo e Indhira, vista parcialmente en el fantástico resumen de ayer. Durmieron en el dormitorio antiguo: Nico, Nacho, Ainhoa, Raquel, Melania y Piero. En el más moderno de los cactus: Indhira, Desi, Nicky, Bea y Noemí. Y Arturo en el sofá del salón, como tantas otras veces. Su excusa fue que no quería dormir en el mismo dormitorio que Indhira, pero yo creo que huía de una habitación excesivamente cálida para su gusto. Siempre ha huido del calor, aunque enmascare sus intentos por conseguir una plaza en el otro dormitorio poniendo a Indhira de parapeto. Esta disposición tendrá sus cambios según pasen los días, de momento ignoro a quien logró anoche desplazar Arturo de la habitación antigua, dado que poco antes de acabar la prueba ya ponía su neceser sobre la cama más cercana al cuarto de baño para indicar que era la suya. Naturalmente Indhira iba a su lado porque están unidos por los pies durante las horas que dura la prueba. Al parecer, finalmente, han dormido juntos en esa cama.

La discusión ha sido suficientemente comentada para que solamente guste de resaltar un par de detalles. En los dos casos Arturo reconoce cosas tantas veces negadas por él mismo y algunos de sus simpatizantes. En primer lugar, reconoce haber sido un energúmeno. Según él, Indhira no se enamora "del energúmeno que vino después sino que te enamoraste del chico majo del principio". Pues estoy de acuerdo con él y me parece apreciable su capacidad para hacer autocrítica. No todo el mundo puede analizarse a sí mismo y ver sus errores, así como en muchos otros casos parecen verlos pero sin una pizca de intención correctora. Sin ir más lejos, Bea sigue igual que siempre y, lo que es peor, parece encantada de haberse conocido y satisfecha también de sus errores (o sus horrores).

Lo segundo que reconoce Arturo es haber tenido intención de comenzar una relación con Indhira. Eso sí, con un matiz importante y es que jamás llegó a decírselo a ella sino solamente en secreto de confesión. Lástima que todos le escuchásemos decir delante de ella que podía ser su novia si así lo quería, demostrando estar más que dispuesto. También aclaró a algunos de sus compañeros que Indhira era suya y no estaba en el mercado de la casa, por así decirlo. Pero es que, además, muchas veces no hace falta decir las cosas porque se notan en la mirada, o en un gesto, o qué sé yo.

Vaya por delante que no soy un fan entusiasmado con la posibilidad de una reedición de las aventuras amoroso-sexuales del delfín de Guadalix con la india de la calle de la Unión (me sorprende que Arturo le llame "la india" ahora, cosa que no hacía en otros tiempos bien recientes). Solo cuento lo que hay, más bien a vuela pluma y sin querer profundizar mucho todavía. Y tengo claro que no es esto lo que más le conviene a la Indhira persona, aunque aún no me veo con capacidad para valorar lo que puede ayudar a la concursante.

Y termino con una reflexión a la que me dio pie una conversación de ayer con mi gatita. Ese cierto recelo que tengo siempre antes del comienzo de una edición de Gran Hermano, ya sea convencional o tan extraordinaria como esta, tiene su origen en la parte más infantil que aún hay dentro de mí. A esta conclusión llegué anoche analizando lo aficionados que son los más pequeños a ver una película o su episodio preferido de 'Pocoyó' decenas de veces. En el caso de esos locos bajitos, como les llamó Serrat, es por el miedo a que lo desconocido les pueda decepcionar, mientras que con aquellas películas o series ya vistas pueden saber si les gustaron y en su caso van sobre seguro viéndolas una y otra vez. Mi reparo es una reproducción a escala un poco mayor de ese miedo a lo desconocido. Es el temor a aburrirme o desencantarme, algo que nunca antes sucedió. Solamente por este hecho debería dejarme de niñerías.

[Si alguien quiere dejarme cualquier pregunta lo puede hacer en esta página, donde intentaré responder a todo durante los días que siga habiendo preguntas. Recuerdo también que puedes seguir participando en el Test de Gran Hermano, donde tienes oportunidad de probar tu nivel de conocimientos sobre la historia del programa]