Tiempo de reflexión

telecinco.es 14/12/2012 18:46

Normalmente siempre he sido partidario de dejar pasar el tiempo antes de iniciar el análisis de una temporada. Los días o las semanas dejan que las aguas se calmen y que todo se vea con más claridad. Bueno pues ya han pasado varias semanas desde el final del Mundial de F1 y llega el momento de buscar algunas explicaciones a un año intenso.

Para comenzar lo primero es lo primero: Todos, absolutamente todos, bueno casi todos, que también hay que respetar a los seguidores de otros pilotos, queríamos que Alonso consiguiese el ansiado Campeonato y más pilotando un Ferrari. Hasta aquí la parte emocional. La real es otra cosa, porque al comienzo del año se lanzaron al vuelo y se vendieron globos mediáticos hinchados a conciencia por los presuntos guardianes de la imagen de Alonso, sobre la capacidad increíble que iban a tener los coches de Maranello para arrasar en el Mundial. Y para colmo resulta que durante el primer tercio del año las cosas fueron así y por motivos que nunca conoceremos en Red Bull daban palos de ciego y se les rompía hasta el alternador. Algo parecido a lo que les sucedía a los integrantes de McLaren, donde la distancia entre Button y Hamilton, no sólo se media en segundos en la pista, sino que en el interior del box se comenzaba a respirar la salida del díscolo piloto de color, rumbo a la aventura de Mercedes.

Pero mientras esto pasaba en los circuitos y los “pretorianos” comunicacionales del entorno del piloto español vendían “humo” a conciencia a los aficionados, en la trastienda de la F1 se estaba gestando un cambio de orientación importante: Vettel o mejor dicho Adrian Newey hacia lo que mejor sabe hacer, estarse callado y trabajar y trabajar contra el crono para ganar una décima y de paso encontrar cualquier fallo que les impidiese conseguir el objetivo del Campeonato.

Así las cosas las diferencias comenzaron a reducirse, y los coches azules volvieron a rondar las primeras posiciones. Comenzaba la recuperación de RB y el estancamiento de Ferrari. Desde ese momento todo fue un cúmulo de despropósitos y se veía venir un final de temporada verdaderamente espantoso. Alonso se dejo la piel en el asfalto pero estaba más sólo que la una, mientras que Vettel y su mago particular seguían paso a paso camino del tercer título.

Durante este tiempo vimos a Pat Frey hablar y hablar y a Domenicalli prometer una y otra vez mejoras, nuevos elementos aerodinámicos y si se lo hubiese propuesto prácticamente nos hubiese prometido la luna. Fue un espejismo o mejor dicho una manipulación completa de la realidad, porque en Ferrari sabían que no había nada más y que iba a ser una agonía que probablemente les costase el título. Pero había que mantener la esperanza de cientos de miles de aficionados y hablar y hablar. Y esto es lo que hicieron y aunque los mensajes flotaban en el aire, la imagen de Alonso justificando una y otra vez los resultados dejaba claro que el final del año iba a ser duro, muy duro.

Y llegamos a Brasil, tierra de títulos en otra década y paraíso “vendido” por Ferrari y sus “pretorianos” para el ascenso de Alonso a la exclusiva categoría de los Dioses del Olimpo de la F1. Aquellos pilotos legendarios que tienen tres títulos Mundiales y donde compartiría sitio con único “Magic” de la Historia: Ayrton Senna.

Un sueño curioso y más cuando los “dados” comenzaron a rodar sobre Interlagos. Esa “S” de final de recta, ese toque de Senna, siempre el ansiado apellido de por medio, a Vettel, hizo que el delirio se apoderase de los aficionados. Lo que no había conseguido Ferrari en la pista lo iba a conseguir la fortuna en un toque de carrera. Pero la diosa Fortuna es caprichosa y primero alimento la ilusión para luego destrozarla irremediablemente dejando que Vettel se recuperase y comenzase su remontada. Y por si no fuese suficiente con dejarnos con la miel en los labios aún le dio tiempo a jugar con la polémica de las banderas. Mas incertidumbre, más sueños rotos y una imagen de Fernando Alonso en el Pit Lane con la mirada perdida que dejaba claro como había sido el año.

Así fue la temporada pero ahora hay que buscar responsables y en este capítulo nadie se queda fuera. Primero Domenicalli que ha intentado contentar a todo el mundo, vendiendo los regalos de navidad en agosto. Segundo Pat Fry que esta más cerca de la jubilación que de la realidad de las carreras y que curiosamente siempre ha ido en la estela de Adrian Newey con unos resultados eso si bastante, bastante deprimentes. Y tercero y porque no decirlo: el propio Fernando Alonso que digo yo, algo habrá tenido que ver en el desarrollo del “botijo” 2012. Y por supuesto Montezemolo: la “grandeza” de la Ferrari, el personaje mediático, heredero de la gestión de un nombre mítico perdido en sus propios recuerdos y frases “histriónicas”. Y si hablamos de frases, la aparición de los clásicos españoles en escena, de la mano del Manager de Alonso: Luis García Abad, fue el toque delirante a una situación que se resume simplemente en que, no fueron capaces de ganar el título en el asfalto.

Estas son las responsabilidades y me imagino que a estas alturas lo que hay que plantearse es lo que va a suceder el año que viene. Pues desde mi modesto punto de vista, puede que se de una situación muy parecida a la que hemos vivido este año. En 2013, los Red Bull, que ya probaron soluciones de la próxima temporada en Austin e Interlagos, siguen por delante a nivel técnico de Ferrari. Vamos que les sacan coche y medio de ventaja a Ferrari. Y lo que es más importante la llegada de nuevas mecánicas en 2014 va a provocar una reducción en las inversiones de las escuderías para el próximo año. Con esta situación Ferrari puede volver a pasarlas canutas y más aún si los Mclaren, con un Button que parece haberse asentado en la élite, vuelven a mostrar el nivel de este año.

Así que, según yo lo veo, en 2013 puede que volvamos a suspirar por la llegada de piezas para Ferrari, lloremos cuando Vettel o Button estén delante y nos preguntemos qué pasa en Maranello. Y todo con la sombra de la posible llegada de Sebastian Vettel a Ferrari en 2014 y la pregunta en el aire: ¿Y si eso pasa, que hará Fernando Alonso con 34 años de edad?.