Asturias patria querida

Rosa Gamazo 16/06/2016 10:00

Llevo tanto tiempo fuera de España que cuando vuelvo a la madre patria no tengo tiempo casi de poder experimentar los preciosos rincones que tiene nuestro país. El vivir en el extranjero te hace apreciar con el tiempo lo que has dejado atrás y valorar de donde vienes (bueno, tampoco nos pongamos melancólicos porque hay cosas que no echo de menos en absoluto), pero el norte de España siempre me ha llamado la atención, sus paisajes verdes y montañosos con alguna que otra vaca desperdigada mirando al horizonte salpicado de nubes. Ay, que me estoy poniendo romanticona.

Bueno, bueno, menos poesía cursi y más a lo que importa. Asturias es un lugar de ensueño con rincones estupendos que visitar y pueblecitos llenos de encanto. En esta ocasión decidí elegir Llastres. Está situado en la zona más noroeste de Asturias, entre la montaña y el mar, ofreciendo un interesante contraste entre el paisaje montañoso y el agua resacosa del Cantábrico. Llastres es considerada una villa marinera que pertenece al concejo de Colunga y tiene unos mil habitantes. Como pueblo pesquero Llastres alcanza su culmen en los años 60, por aquel entonces hay 40 embarcaciones y unos 300 pescadores. Hoy en día la cantidad se reduce a 55 pescadores.

Para mi estancia en Llastres he elegido un hotel como a los que a mi me gustan, pequeñito y con encanto. Se llama Hotel Palacio de Luces, está situado a dos km de Llastres ofreciendo vistas a la Sierra del Sueve, el mar y los Picos de Europa. El hotel fue en su época un palacio victorero (1580), la última remodelación que se hizo fue en 1829. En el 2006 pasó a convertirse en hotel con cuatro suites, situadas en la parte Antigua del palacio y otras 43 habitaciones en la parte moderna.

El hotel es tranquilo (lo amantes de la fiesta y el bacalao por favor abstenerse), es perfecto para ir con la pareja en una escapada romántica o con amigos en plan tranqui. El restaurante tiene una vista espectacular que si tienes la suerte de que ese día no esté nublado es para caerse de espaldas.

Ya que me encuentro en España y las distancias no son como en EE.UU. que necesitas cinco horas para ir a una ciudad diferente del mismo estado, aprovecho para visitar algunas joyitas de los alrededores.

Muy recomendado el faro de Cabo Peñas. Es el punto más septentrional de la península. Espectacular para ir a dar un paseo por la mañana, eso si cuidado con haber bebido mucho la noche anterior porque el sitio no está para ir dando tumbos.

Si aún te queda tiempo en un fin de semana express puedes acercarte a Cudillero. Un pueblo pequeñito y precioso pegado al mar, con multitud de restaurantes (quizás demasiados) y donde me pude encontrar al perro más cariñoso del mundo, Conan, que estaba en el diminuto patio de una casa en una de tantas calles empinadas de esta zona. Creo que me estuvo dando abrazos más de diez minutos.

Para acabar este viaje rapidito pero lleno de lugares y paisajes mágicos debéis parar en Yanes. Creo que de todo lo que vi este pueblito es mi favorito.

No se te olvide visitar los cubos de la memoria, obra del artista vasco Agustín Ibarrola donde los bloques de hormigón de la escollera están pintados con diferentes ideas del autor. Otro lugar interesante es el Paseo de San Pedro, la Playa del Toro y la Basílica de Santa María del Concejo. Muy aconsejable pararse a tomar una sidriña en alguno de los auténticos bares del pueblo donde si tienes suerte el dueño te puede dar una charla gratuita de la misma y regalarte un par de revistas para hacerte toda una experta.