Empezar a hacerlo todo por última vez

telecinco.es 24/07/2011 22:25

El pasado jueves fue la última gala de Supervivientes que hacíamos desde Honduras. Y desde ese día, desde que Raquel Sánchez Silva se despidiera de la palapa con aquella preciosa secuencia final casi a oscuras, parece que todo lo que hacemos lo hacemos ya por última vez. Cada día que pasa es nuestro último jueves, nuestro último viernes, nuestro último sábado... De hecho, ya abundan por los pasillos cajas y maletas, el claro símbolo de que estamos de mudanza.

También ese jueves editamos el que sería el último resumen diario de Supervivientes: el que emitió La Siete el pasado viernes. Los concursantes siguen en la isla y nosotros seguimos grabando y editando sus andanzas para nutrir de contenido al Debate y la Gran Gala Final, pero el último resumen completo que se ha emitido en el formato diario que hemos seguido durante toda esta edición fue ése. Y, casualmente, me tocó a mí colocar los últimos planos. Las últimas palabras del diario.

El honor fue mío pero, sobre todo, de Tatiana, que pronunció unas frases sobre la fe en el destino que resultaban perfectas para poner punto y final. Un pequeño discurso sobre la confianza que la concursante deposita en su futuro, un futuro mejor, y que terminó con la frase más bonita que puede pronunciar un ser humano: “soy muy feliz”. Así terminó el diario de Supervivientes 2011. Con una mujer mirando al horizonte agradeciendo la experiencia vital que ha supuesto para ella este concurso. Y aunque en ese momento sus ojos miraban el atardecer que acontencía en Cayo Paloma, sé que su alma en realidad veía algo muy diferente: el amanecer de una nueva vida. No se me ocurre un final mejor.

Una vez que el Subdirector nos dio su aprobado -tras retocar algunos planos, algunos audios, y algunos subtítulos- él, la editora y yo despedimos nuestro querido resumen diario con unos cuantos aplausos al monitor. Y me parece que esto de aplaudir a las pantallas será tendencia esta semana: ¿cuánta gente aplaudirá a sus televisores este jueves cuando se conozca el nombre de la ganadora de la edición más seguida en la historia del concurso? Todo parece indicar que la población está dividida entre dos de las aspirantes, pero siempre puede haber sorpresas.

Este año, por cierto, el equipo llegamos a tiempo de asistir en directo al alzamiento como ganadora de Sonia Monroy, Rosa Benito, Tatiana Delgado o Rosi Arcas. Así que desde detrás de las cámaras podremos aplaudir en caso de que gane la favorita de cada uno. O, aplaudir también, en caso de que no gane. Porque cualquiera de las cuatro mujeres que luchan en esta final femenina histórica merecen que se les reconozca su hazaña. Ahora, que ya aviso que yo aplaudiré más fuerte si gana quien yo quiero que gane. Lógicamente.

Pero bueno, mientras llega ese momento, el equipo del programa seguimos enumerando el montón de cosas que hacemos por última vez. Como nuestro último brindis. Hemos tenido alguno que otro a lo largo de estos tres meses (así lo requerían las audiencias que hemos conseguido), pero el otro día tocó el último. Con su champán, sus discursos de despedida de los altos mandatarios, y sus aplausos de unos a otros, y de otros a unos. Ahora que lo pienso, estamos muy aplaudidores últimamente. El jueves que viene vamos a ser los alumnos aventajados del regidor en plató. Y precisamente alumnos de colegio parecíamos al final del brindis porque salimos de él uniformados como colegiales. La productora tuvo a bien regalarnos unos polos con el logo del programa, lo que nos transformó a todos inmediatamente en alumnos de primaria del Colegio Privado de Nuestra Señora de la Supervivencia. Éste es el escudo bordado de nuestro cole:

Lo que pasa es que esto de estar pensando todo el tiempo que hacemos las cosas por última vez se nos está yendo un poco de las manos. Ayer un grupo de gente del equipo fuimos a comer (por última vez) a La Ceiba y el camino de vuelta fue un total rosario de últimas veces. “La última vez que hacemos el camino de vuelta al hotel”, dijo el digitalizador. “Y la última vez que vamos en la parte de atrás de una pick up”, dije yo, porque en efecto íbamos ahí, agarrados como loros a los laterales del vehículo para no salir volando, y manteniendo nuestra emotiva conversación en plan paracaidistas: con el aire golpeándonos la cara sin poder parpadear ni juntar los labios. “La última vez que entramos al hotel”, dijimos al llegar. “Y la última tarde de sábado”, caímos también. Dentro de poco vamos a acabar diciendo: “la última vez que sopla viento del oeste en un día par de año que suma cuatro posterior a un eclipse parcial de luna”.

Que hay que tener todo muy controlado. Y recordar cada una de las últimas veces. Desde el último pescado con platano frito que nos comeremos en esta edición, hasta el último código de tiempo que apuntas en el último cuaderno de trabajo. Por cierto, estos han sido los cuatro cuadernos en los que he apuntado todo cuanto ha ocurrido en los tres meses de concurso:

Un snowboard, Batman, un estampado de rayas y un gato negro. Así cualquiera se las da de guionista serio. Son los que nos proporciona la productora así que todos los guionistas compartimos diseño. De hecho, como los cuadernos y sus diseños se iban renovando con el tiempo, cada nuevo dibujo marcaba el inicio de una nueva etapa más avanzada. Como los cinturones de karate. Si ya tenías el gato negro, podías mirar con cierto desdén a los que todavía estaban en la fase Batman. Menos mal que no somos en realidad alumnos del Colegio Privado de Nuestra Señora de la Supervivencia, porque si no, los poseedores de cuadernos con la tabla de surf, el primer nivel, habrían acabado encerrados en sus taquillas o colgados de la canasta de baloncesto por los malotes propietarios del gato negro.

Volviendo al tema de las últimas veces, ese mismo día descubrí que no las recuerdo todas. Tras la vuelta de La Ceiba en pick up, mientras nuestras caras se desarrugaban recuperando su estado y forma natural, el digitalizador me preguntó cuándo había cogido mi último taxi. Y no fui capaz de recordarlo. Casi tuve ganas de llamar en ese momento a uno para que me diera una vuelta por la manzana, y poder decirle al digitalizador: “pues mira, ha sido hoy”. El caso es que sigo sin recordar cuando fue. Pero quizá sea mejor así. Quizá significa que, fuera la que fuera, no fue realmente la última vez. Como tampoco ésta es la última entrada del blog. Aún no.