Así hemos vivido nuestra última gala

telecinco.es 23/07/2010 12:13

Escribo esto justo después de que haya terminado la última gala que hemos hecho desde Nicaragua. La final será el domingo, pero para el equipo desplazado a Corn Island, la gala de hoy −en la que hemos sabido que los finalistas de Supervivientes 2010 serán María José, Parri y Debbie− ha significado nuestra despedida.

Paradójicamente, la gran mayoría del equipo que hemos trabajado en la isla no podremos ver en directo la gran final. Cosas de vuelos y billetes. En el momento que Jesús Vázquez diga el nombre del ganador o ganadora, un montón de guionistas, cámaras, redactores, minutadores, productores y demás (muy morenos todos, eso sí), estaremos sobrevolando algún lugar del Océano Atlántico. Una lástima. Ya nos imagino aterrizando en Barajas el lunes por la mañana, encendiendo el móvil en cuanto se apague la señal de “abróchense los cinturones”, y llamando a nuestras familias, no para avisar de que ya hemos llegado y estamos bien, sino para preguntar: “¿quién ha ganado?”.

Con esto de ser el último día de trabajo para la gran mayoría, la sensación que predomina en la isla es la de fin de curso. Los redactores han escrito sus últimos partes de redacción, los guionistas y editores dan ahora los últimos toques al resumen de mañana, y yo minuté hace unas horas mi última cinta. Como curiosidad, diré que mi último minutado ha sido una declaración de Parri muy definitoria: “Dios mío, día 79”, ha dicho el matemático. Y me parece que ha sido una buena frase para terminar mi trabajo (aunque para mí sea el día 82 en la isla). En realidad, no ha sido lo último que he introducido en el programa de minutado. Me he reservado un espacio extra para escribir esto:

Como cada jueves, nos hemos reunido los más seguidores del programa a ver la gala en las salas de edición. Digo los más seguidores porque (todos tranquilos, que no salten las alarmas), hay mucha gente del equipo que no sigue las galas. Unos porque trabajan y otros porque libran y prefieren dedicar su tiempo libre a hacer snorkel, jugar al voleibol o tirarse al sol. Que nadie los culpe. Es de lo más entendible que alguien no quiera invertir su tiempo de ocio en la misma labor en la que ocupa su tiempo de trabajo. ¿Tendrá una cajera que trabaje en un Burger King ganas de cenar un whopper en su día libre? Supongo que no. Pues esto es lo mismo. Aunque, sinceramente, a la cajera sí la culpo, porque negarse a un whopper es un sacrilegio en cualquier circunstancia. Aún así, hoy la afluencia de público ha sido bastante mayor de lo habitual. El enfrentamiento entre María José y Trapote a las puertas de la final era un momento digno de ver.

Ha sido prácticamente a las 14.00h cuando ha empezado la gala para nosotros. Las 22.00h en España. Después de tres meses en Nicaragua hacemos la suma de ocho horas con la misma facilidad con la que nos echamos crema por todo el cuerpo en un nanosegundo, pero para los más torpes disponemos de este práctico reloj doble en la sala de visionado.

Con un rápido vistazo a esa pared, te haces una idea inmediata de si en España están cenando o ya acostados. Si lo miras bien, claro. En esta sala se han vivido varios sustos monumentales cuando alguien ha mirado al reloj equivocado. Por la cara que vi en un compañero, pensar durante un segundo que se te ha olvidado asistir a la reunión de redacción debe ser una sensación de lo más desagradable.

Minutos antes del inicio del programa, los walkies han comenzado a proferir las últimas frases de ánimo, agradecimiento y deseos de suerte de esta edición. Y es que hoy es también un día de agradecimiento. Así se despedían un redactor y un cámara en su último parte:

Y es que hoy todo el mundo da gracias por todo a todo el mundo. “Gracias por estos tres meses de gran trabajo”, se oye en el comedor. “Gracias por haberme aguantado”, dice un comprensivo jefe. “Muchas gracias por alimentarnos estos tres meses”, le he dicho yo al cocinero. Y así todo el día. Creo que en algún momento vamos a perder el norte y vamos a acabar diciendo: “gracias por darme las gracias”. “No, no, gracias a ti por darme las gracias por darme las gracias”. Lo veo venir.

Quien quizá no esté tan agradecida con la decisión de la audiencia ha sido la primera expulsada de la gala. Porque salir a un paso de la final debe ser bastante frustrante. Trapote ha estado exactamente los mismos días que los finalistas y sin embargo tiene que conformarse con un quinto puesto. Así es el juego. Y así hemos vivido el momento de la expulsión en la sala de visionado:

Puedo confesar que una de las dos nominadas era mi favorita. Así que ahora estoy o muy contento, o muy triste. En cualquier caso, el programa seguía y había que descubrir cómo se resolvían las tres pruebas que elegían al segundo finalista. Y eso que hoy, permanecer en una sala cerrada y oscura mirando una pantalla era algo difícil de hacer. Parece que Corn Island quiere despedirse de nosotros dejándonos buen sabor de boca y estamos teniendo algunos de los mejores días de playa de toda la edición. El dueño de las cabañas donde me alojo, Ike, me ha dicho que ha sido él quien ha enviado un mail para que nos haga buen tiempo estos días. Que simpático es.

Así que desafiando el instinto de ir a remojarnos y retozar al sol, un nutrido grupo hemos permanecido en la sala de edición viendo como Parri se alzaba con el puesto de segundo finalista. Y como María José, minutos después, se colaba también en la final con esa votación tan sorprendentemente ajustada contra Malena. Emocionante ha sido también el momento en que Eva se ha despedido de la isla y de todo el equipo. Hasta hemos aplaudido a la pantalla cuando ha apagado el fuego como hacen los concursantes.

Durante el tiempo que he tardado en escribir esto, a los cinco supervivientes que hoy han abandonado la isla les habrá dado tiempo de llegar a Corn Island. Ahora mismo estarán a pocos metros de mí, mirándose por primera vez en un espejo después de casi ochenta días. Y como yo ya me he mirado en el espejo más que suficiente durante este tiempo, me apetece más mirar uno de los últimos atardeceres que veré por aquí. Se ve que Ike envió el mail a alguien influyente porque lo que veo ahora mismo desde mi cuarto es esto:

Pero aviso: aunque se haya acabado mi trabajo, aún me quedan dos días en Corn Island. Y eso me da para una entrada de blog más.