Una chispa y 100 litros de gasolina a bordo provocan el incendio y el infierno de estos 34 inmigrantes subsaharianos. La dramática escena la graban los salvacostas portugueses. Un hombre en llamas se lanza al agua. Enseguida, los demás porque el fuego envuelve la balsa neumática. Sólo queda una persona a bordo y tira uno de los bidones de gasolina. Pero la angustia no acaba. Suben de nuevo y vuelcan. Y cuando consiguen aferrarse a lo que queda de la lancha y del revés, se está hundiendo. Y en ese momento, como veíamos ayer, llega la ansiada ayuda por mar y aire. Avión, helicóptero, pesquero y dos barcos comerciales luchan para salvar 34 vidas. Y lo consiguen. Exhaustos van subiendo a esta plataforma inflable. Y de ahí a pisar Motril donde les arropan el alma. No pueden creer que estén todos vivos.