Berlín era una fiesta

telecinco.es 11/11/2014 19:29

Igual que aquel 9 de noviembre de hace 25 años en el que la frontera se hundió de golpe y las familias y amigos separados durante décadas pudieron volver a abrazarse. Igual que aquel 9 de noviembre, Berlín y toda Alemania ha celebrado por todo lo alto la caída del Muro. Ha sido una fiesta popular que se ha querido trasladar sobre todo a la calle. Ha resultado emocionante y sobre todo un momento para no olvidar…

Ya unos días antes del gran evento se veía algo distinto en las calles. La fotografía de los lugares en los que se alzaba el ‘muro de la vergüenza’ era diferente. Hasta 7.000 globos se alienaban en los 15 kilómetros en los que hasta hace unos años había hormigón. Los berlineses pasaban al lado, hacían su vida, pero pocos se resistían a inmortalizar el momento.

Y así, entre los preparativos y la emoción de la cuenta atrás, llegó el domingo que amaneció gris y cubierto. A media mañana la niebla rompía la estampa de la ciudad. Pero eso daba igual. Miles de turistas y lugareños aprovechaban las últimas horas de luz para hacer fotografías e fotografiar el instante antes de que la noche cayera. El espectáculo en la Puerta de Brandenburgo ya estaba calentándose a las 4 de la tarde. Quedaban por delante 3 horas hasta llegar al momento que todos estábamos esperando. Y hacía frío. Mucho frío, pero da igual…Berlín es una fiesta. Cada uno se busca la vida como puede: cafés calientes, cervezas frías, salchichas recién cocinadas…Grupos musicales recuerdan con sus canciones la época mientras la noche cae y miles de personas recuerdan el instante en el que Berlín quedó libre de los totalitarismos.

Lo único que sigue inasequible al desaliento son los cazadores de fotografías que hasta el último momento no dejan de buscan la mejor instantánea del día. La Plaza es un ir y venir de gente que brujulea para conseguir la mejor posición. Hay niños, pero no muchos, y gente que ronda los 40. Pero la mayoría de los allí congregados son personas de cierta edad que claramente recuerdan en silencio la emoción que ese otro 9 de noviembre del 89.

Una inmensa torre de 3 pisos montada para la ocasión sirve de cuartel general para las televisiones que retransmiten cada minuto de esa tarde en directo. Impresionantes cañones de televisión, cámaras fijas que permiten dar una gran calidad por la enorme óptica que llevan, apuntan insistentemente a la multitud y al escenario por el que desfilan además de los grupos, gente que vivió aquella época. Se ven imágenes históricas y se refrescan los recuerdos.

Peter Gabriel, el líder de ‘Génesis’ aparece en el escenario recordando a los que perdieron la vida al intentar alcanzar la libertad. Los años han pasado, pero la magia de su voz sigue intacta al cantar ‘Heroes’, el tema compuesto por David Bowie en 1977 cuando vivió en Berlín Occidental. La gente sigue llegando y en el ambiente, tranquilo y sosegado, se ve cada vez más personas mayores. Los berlineses no son bulliciosos. Pero si les miras a la cara percibes su emoción. Tienen la mirada perdida quizá pensando en todo el tiempo de separación, en todas las cosas perdidas, pero también en todo lo que ha cambiado su vida desde entonces.

Los vendedores de periódicos aparecen con ediciones especiales de ‘The Berliner’ que reproducen la portada del 10 de noviembre. Los 600 periodistas de todo el mundo acreditados para la ocasión pululan intentando no perderse ni un minuto de esta tarde que merecerá crónicas en todos los periódicos del planeta. No es para menos… Mientras, la hora se acerca y algunos de los responsables políticos de la caída del llamado Telón de Acero, los otros ‘heroes’ de la historia aparecen en el escenario: Gorvachov, mayor y casi irreconocible, y Walesa, que ha duplicado físicamente su tamaño, son recibidos entre aplausos, los más sonoros de toda la tarde. Se les recuerda con cariño y con respeto. Merkel ya está en su sitio, sentada en la tribuna, y con una manta protegiéndole las piernas del frío que va en aumento. La veo y me da envidia porque hace tiempo que no siento los pies. Toma la palabra el alcalde y de repente los balones de luz, ‘the ballon party’ comienza.

Los globos se elevan en el cielo entre la expectación de la plaza entera. El muro de luz se disuelve, las fronteras ya no existen y la multitud tira fotos como loca queriendo inmortalizar el momento. Fuera de la Brandenburger Tor se ve a la gente más expresiva. Aplauden y gritan cuando los luces se van soltando. Las pantallas gigantes retransmiten la señal de la televisión alemana mientras los transeúntes miran hipnotizados. Suena la ‘Novena’ de Beethoven…Los globos vuelan. Y la frontera se va.

El muro cayó hace 25 años, pero en el fondo sigue muy presente en nuestra memoria. Hay muchas fotografías que nos recuerdan cómo fue aquella separación. Son imágenes fascinantes porque tienen mucha fuerza y nos recuerdan que la historia de Alemania en el siglo pasado es de alguna forma la historia del mundo, la historia de todos.

Los testimonios de éstos días hablan de Guerra Fría, de separación y sufrimiento. Justo lo contrario de lo que se respira ahora en Berlín que se ha convertido en una ciudad abierta y dinámica. Es bueno recordar lo que alguna vez tuvimos. Aunque solo sea para saber que hay esperanza y que los muros, por muchos guardias que haya custodiándolos, se pueden derribar siempre que el pueblo quiere. Es una buena lección que no debemos olvidar, para aplicarla de vez en cuando.