Postales desde Nikko

telecinco.es 26/10/2019 21:39

Está a dos horas en tren desde Tokio y tiene mucho que ofrecer…Además de uno de los santuarios más ricos e impresionantes arquitectónicamente hablando del país, Toshogu, la ciudad de Nikko bien merece una estancia más larga y pausada para disfrutar de sus escenas cotidianas. He aquí algunos de los momentos que no os debéis perder si de verdad queréis dejar de ser un turista más.

LAS CASCADAS DE KEGON Y RYUZU

En una provincia con 250 cascadas y casi 50 lagos no se puede dejar de ver alguno de los ejemplos de esta naturaleza desbordante que produce fotos que no parecen reales. Una de las tres más bonitas de todo Japón está aquí y se llama Kegon. Tiene casi 100 metros de caída y su lengua de agua se puede ver desde distintos puntos. Primero podéis subiros a un teleférico cercano para contemplar el paisaje general y después acercaros a la cascada que está muy frecuentada por jóvenes haciéndose selfies, y gente con más edad que quiere ver de cerca esta belleza natural.

La cascada se formó hace 20.000 años tras la explosión de un volcán cercano, el Nantai. Los flujos de lava obligaron al río Daiya a desviar su curso y provocando esta cortina de agua constante famosa en todo el país. Mirad a vuestro alrededor porque aunque ninguna es tan grande como la Kegon hay otras 12 cascadas más pequeñas situadas a los lados. Es un lugar perfecto para comulgar con la naturaleza y ya de paso tomaros un tentempié. Tampoco debéis perderos la ‘Ryuzu’, otra afluencia de agua, también muy popular que los lugareños aseguran que tiene forma de dragón. Intentad buscar las similitudes que ellos ven evidentes…Yo no las vi, pero el entorno es fabuloso.

UN BARCO RECREO TRADICIONAL

La foto está hecha de aquella manera porque el espacio era reducido. Se trataba de montar en una barca tradicional y hacer un pequeño recorrido por el río Kinugawa. Lo más importante es que el bote vaya equilibrado, así que movimientos, los justos.

La travesía permite sentirse por una rato marinero de agua dulce mientras buscamos a nuestro alrededor formas en las rocas del cauce, algo a lo que lo orientales son tan aficionados, por cierto. En algún momento encontramos la cabeza de un elefante, más adelante la de un gorila, no muy lejos una tortuga…Las travesías por el rio Kinugawa tienen larga tradición. Antes de la Segunda Guerra Mundial se transportaban pasajeros hasta lugares apartados donde disfrutaban de la compañía de Geighas y comida abundante.

EL HISTÓRICO HOTEL KANAYA Y SU CASA SAMURÁI

Es el hotel más señorial e histórico de la ciudad. En él se han alojado personalidades como Indira Gandi, Albert Einstein o Charles Lindbergh, el primer piloto en cruzar el Atlántico…El hotel Kanaya representa la hospitalidad y el saber hacer japonés, adaptado a nuestro tiempo claro. Veréis que tiene dos alas, y la más antigua guarda entre sus pareces secretos que solo algunos conocen, como el gerente del establecimiento que pone cara de póker ante alguna de nuestras preguntas.

El Hotel Kanaya elabora un pan de molde con fama en todo el país, y unos bizcochos de naranja y chocolate que hacen las delicias de los clientes, los podréis probar en el desayuno, servido en una galería que era la antigua entrada y que se quedaba pequeña para algunos de sus clientes, como el insigne Lindbergh, que en la foto para el recuerdo tuvo que quedarse fuera de las escaleras.

La fonda nació tras la visita de James Curtis Hepburn, un occidental al que no aceptaron en ninguno de los hoteles tradicionales en 1871. Después llegaría Isabella Bird que se alojó una temporada en el establecimiento y acabó escribiendo un libro sobre sus peripecias en la ciudad que se hizo conocido. Entonces el lugar estaba situado a un kilómetro escaso y hoy se puede visitar porque era la morada de un samurái. La vivienda, cuya entrada principal se reserva para el Emperador, tiene 380 años y está construida sin clavos. Las estancias, forradas, por supuesto de tatamis, esconde múltiples pasadizos y habitaciones secretas que salen a flote tras los biombos. Las habitaciones del sur están reservadas para los samuráis con mayor rango. Siempre ha habido clases.

EL PUENTE SHINKYO

Es el puente peatonal rojo que veréis en todas las fotos de promoción. Y el lugar, según la leyenda por el que monje fundador entró en la ciudad montado sobre dos serpientes que se convirtieron después en una pasarela.

El Shinkyo es el origen de la ciudad, un lugar muy querido por los lugareños, y un imprescindible para los turistas. Para poder cruzar los 28 metros hay que pagar un billete, pero tened en cuenta que el que atravesáis de madera no es el original ni mucho menos. Se reconstruyó a principios del siglo XX.

ALOJARSE EN UN RYOKAN

Todo el mundo debería visitar uno por lo menos una vez en la vida…Son los hoteles tradicionales nipones, lugares distintos en los que tienes que descalzarte antes de entrar, y en los que encima no encontrarás una cama, por lo menos a la vista. Los futones se guardan las los paneles de madera que esconden todo tipo de utensilios.

Estos hoteles son los preferidos de las personas de cierta edad y muchos de ellos se sitúan cerca de Onsen, baños termales que son auténticos balnearios. Cerca de Nikko podéis encontrar las Aguas Termales Yunishikawa, un lugar con mucha tradición y varias piscinas naturales. Pero vayamos por partes. Lo más normal es que tras hacer el check-in os ambientéis colocándoos una yukata. La yukata es una bata tradicional que se coloca encima de la ropa interior. Las hay sencillas, de las que os podéis poner vosotros mismos con un cinturón, y las hay con corte de kimono que os tendrá que colocar otra persona porque veréis que son muy largas y los pliegues se aseguran en la cintura con cinturones de tela. Tienen corte de kimono, pero no son un kimono aunque tengan una forma muy parecida con mangas largas. Los kimonos son mucho más aparatosos, de tela más dura y con abundante ropa interior. Tras colocaros la yukata, lo normal es que os dispongáis a degustar una cena tradicional.

Normalmente están repletos de muchos pequeños platos que no reconoceréis al primer vistazo. Paciencia, siempre habrá alguien que os ayude a circular por el banquete y os explique qué platos debéis de tomar primero, pero tened en cuenta que habrá arroz en un cuenco a vuestra izquierda y sopa, en otro recipiente, a vuestra derecha… Algunas piezas de sashimi de atún y salmón; y una especie de infiernillo diminuto para que os hagáis la carne al momento y quede a vuestro gusto. Si la ternera es wugyu ya podéis chuparos los dedos porque es un bovino muy apreciado por su sabor y ternura. El más famoso es el que proviene de la ciudad de Kobe, pero si tiene la carne entreverada con tocino, preparaos porque es deliciosa. Al meterla en la boca parece mantequilla.

PROBAR SAKE, LA BEBIDA PARA PURIFICAR

Con esta palabra que significa en japonés bebida alcohólica conocemos en Occidente al licor que se produce de la fermentación del arroz. No se sabe muy bien si se inventó en China o en Japón, pero poco importa. Se comenzó a fabricar para agradecer a los dioses la cosecha y desde hace siglos se utiliza en los rituales sintoístas para purificar. De hecho es muy normal que en los santuarios de esta religión os encontréis barriles de este brebaje en los exteriores de la sala principal. Visitar una destilería tradicional de sake puede ser un interesante ejercicio, sobre todo si podéis interactuar con los productores, muchos de los cuales pertenecen a familias de larga trayectoria en el sector.

Una pequeña fábrica familiar muy interesante se encuentra muy cerca de Nikko, se llama ‘Katayama Shuzo’ y lleva 6 generaciones elaborando sake. Actualmente su licor tiene tanta calidad que son ellos los que destilan las botellas oficiales de los ‘All Black’ de Nueva Zelanda, los brillantes jugares de rugby que ganaron el Premio Princesa de Asturias en 2017. Probadlo frío o caliente (es de las pocas bebidas alcohólicas que se puede calentar), pero tened en cuenta los rituales nipones. Se sirve siempre a los demás primero en vasos muy pequeños de cerámica llamados choko. Se entiende que este gesto es una manera de desear buena fortuna a los demás así que al acabar, alguien del grupo nos servirá a nosotros.