Robert Manrique: "Hablaré con Caride pero no le voy a dar la mano por dignidad"

Después de mucho meditar, Robert Manrique, víctima del atentado de Hipercor, ha aceptado reunirse con Rafael Caride Simón, el etarra que colocó el coche bomba en el centro comercial de Barcelona en el que murieron 21 personas y resultaron heridas 45 en 1987.

Casi 25 años después del atentado más sangriento de la banda armada, Manrique se reunirá con Caride, que se puso en contacto con él hace treces meses por carta, en prisión. "Prefiero que sea en la cárcel, que es donde tiene qu estar", ha dicho Manrique su sufrio graves lesiones.

Manrique acude al encuentro con la voluntad de escuchar pero sobre todo con ganas de preguntar y resolver sus dudas. "Busco respuestas a muchas preguntas, preguntas que me he hecho yo, mis hijos, mi mujer, las otras víctimas... Yo haré las preguntas y espero que me dé respuestas. No creo que él me tenga que preguntar nada. A no ser que me pregunte como estoy pero ya lo sabe."

Robert Manrique quiere saber. Necesita una explicación y tiene clara cual va a ser su primera pregunta. "Voy a pedir que me explique cómo un gallego puede estar en ETA matando gente en Cataluña por órdenes de un vasco que vive en Francia. La gente que hizo el atentado de Hipercor fueron un gallego, un palentino y una navarra. Voy a pedir que me lo explique. Si me da una razón convincente, que no lo sé, podrá seguir la conversación."

"Hay muchas víctimas de Caride que quieren que esto acabe"

Durante trece meses, Robert Manrique se ha preparado para este encuentro. "Mentalmente estoy preparado. Además sé que tengo el respaldo de muchas víctimas con las que he hablado. Sé lo que muchas piensan y no es la línea esa de que las víctimas no quieren que nos veamos con los autores del atentado. Nos hemos visto y me han hecho propuestas. Hay muchas víctimas de Caride que quieren que esto acabe, que acabe bien y que nadie sufra lo que hemos sufrido. Los ciudadanos merecen vivir tranquilamente."

"Jamás en la vida estrecharé la mano a Caride"

En la carta escrita desde prisión por Caride, éste reconoce el daño que ha hecho pero no pide pedón. Manrique no sabe si ese perdón se producirá en la entrevista y de producirse no sabe lo que responderá. "Si Caride me pide perdón, me lo plantearé."

Aún no sabe si el perdón llegará en su encuentro pero lo que no habrá será saludo cordial entre ellos. "Jamás en la vida daría la mano a Caride. Sé de alguien que lo ha hecho y no me ha gustado en absoluto que alguien dé la mano a quien me ha intentado matar y ha matado a 24 personas. La dignidad, el recuerdo, la memoria, el cariño que tengo a esas 24 familias de los 24 asesinados más todos los heridos, creo que merecen más respeto. Sería incapaz de dar la mano este individuo. Hablaré con él lo que haga falta pero no le voy a dar la mano."

La carta de Caride

Aunque la carta llega 25 años después del atentado, Manrique lo valora positivamente. "Este individuo escribe una carta con otros siete terroristas más de seis meses antes del comunicado de ETA. Si me hubiera llegado un día después del comunicado no me hubiera valido porque podría haber sido una salida personal. Yo hacía años que quería algo así, quería que el individuo que me había querido matar y dejó tantos heridos, reconociera el daño. Es un primer paso."

La carta llegó a casa de Manrique hace trece meses y desde ese día, la ha leído cientos de veces. "Intentaba encontrar un atisbo de sinceridad, de arrepentimiento, de coherencia", ha dicho Manrique, que quiere descubrir si Caride está realmente arrepentido.

¿Quién es Rafael Caride Simón?

Nacido en Galicia, a finales de los 70 emigra al País Vasco y en el 86 llega a la dirección del Comando Barcelona, cargo que ocupa agosto del 87. El 19 de junio de 1987, Caride deja el coche bomba en Hipercor, donde mueren 24 personas y 45 resultan heridas. El 20 de febrero de 1993 es detenido en Francia, desde donde había organizado los comandos etarras que actuaban en España. En marzo del 2000, Caride es extraditado a España para ser juzgado y resulta condenado a 790 años de cárcel.