Una semana después de la marcha del arzobispo de Zaragoza, supuestamente por motivos de salud, se ha conocido que fue destituido por el Vaticano por no haber atajado un supuesto caso de acoso en su Diócesis y pagar 105.000 al joven que denunció unos abusos por parte del párroco de Épila. El sacerdote niega los hechos y asegura que fue el joven quien le buscaba. "Era meloso y adulador sin respetar los límites."