Llegó a la playa, según testigos, con una calma asombrosa. Allí, empezó a disparar discriminando entre turistas y personas islámicas, a las que advertía de que sólo venía a matar extranjeros. De allí, acudió a la piscina del hotel donde continuó asesinando hasta quedarse sin munición. En total, una hora y media de matanza tras la cual volvió sobre sus pasos hasta una carretera cercana para huir. El saldo del horror, 39 muertos.