Trece años en prisión por un desafortunado parecido físico

LUCÍA TABOADA 22/04/2008 11:01

La principal prueba de cargo contra Rafael Ricardi Robles, un portuense sin techo encarcelado por las violaciones que dos encapuchados empezaron a perpetrar hace 13 años en Jerez, no fue un ADN que coincidía entonces, y que en el 2000, cinco años después, descartaba el Instituto Nacional de Toxicología del Ministerio de Justicia. Ni tampoco su confesión de los hechos, negada ahora por el abogado de oficio que le defendió en el juicio. Fue el testimonio de una de las víctimas, que no sólo reconoció su voz, sino que también llegó a ver su rostro, y en particular una parte muy distintiva del mismo.

Según dictaba entonces la sentencia, Rafael Ricardi era sospechoso "por estar distorsionada su mirada por un defecto congénito, la cual fue perfectamente vista por la muchacha cuando logró rasgarle la capucha y durante el episodio libidinoso dado que, según narró a la Sala, la noche de autos había luna llena". De modo textual, la joven violada de entonces 18 años de edad, llegó a decir que uno de los dos encapuchados que la violaron tenía "un ojo a la virulé".

La policía conocía a un tal Ricardi, apodado 'El Caballito' por su peculiar modo de andar, un politoxicómano indigente que además era estrábico. Basándose en las coincidencias con la descripción realizada por la joven, la policía fue en su busca y le detuvo. Ricardi estuvo dos días de agosto del 95 en prisión provisional y en El 15 de octubre de 1996, la Audiencia de Cádiz le condenó a dos penas de 18 años al estimar que las declaraciones de la víctima "fueron tan claras, rotundas e inequívocas que no dejaban lugar a dudas". Además a la pena se unían los agravantes de 'disfraz' (por las capuchas) y 'nocturnidad'.

Su propia familia llegó a dudar entonces de su inocencia. "Mis hermanos cuando se enteraron por qué lo habían encarcelado le cogieron rencor", contaba en 'AR' Milagros, la hermana del detenido. Incluso ella misma, la más unida de su familia a Rafael, llegó a plantearse la culpabilidad de su hermano. "Por las circunstancias en las que él estaba, una piensa: lo habrá hecho por dinero. Pero ya cuando lo tuve delante, con la mirada y con un gesto que me hizo supe que no me mentía", relataba Milagros.

Dos sospechosos detenidos

La policía asegura ahora que hay pruebas de ADN que evidencian que Ricardi no fue el autor del crimen, sino otro hombre con cierto parecido físico a él. El dictamen del Instituto de Toxicología que en 1995 sirvió para empujar a Ricardi a la cárcel no era concluyente. Sin embargo, el mismo organismo efectuó el 18 de enero de 2000 otro estudio sobre el semen encontrado en una gasa de la violada y concluyó que no pertenecía a Ricardi, gracias a los nuevos marcadores genéticos introducidos en la analítica forense. 1

En junio de 2007, la policía detuvo en Jerez a Fernando P. G., un albañil de 53 años, al que un juez reclamaba por maltratar a su familia y abusan sexualmente de su hija. La policía decidió sacarle una muestra de saliva para obtener el ADN. A partir de esta prueba, la Comisaría General de Policía Científica dictaminó que ese mismo ADN se había encontrado en cuatro violaciones. Entre ellas la de la joven por la que Ricardi se encuentra entre rejas desde 1995. Este individuo actuaba junto a Juan B. G., de 53 años, que también estaba preso por abusar de una de sus numerosas hijas.

El nuevo giro que daba el caso revelaba el espeluznante historial de los dos jerezanos. Ambos sujetos habían atracado juntos varias empresas y bancos de la zona de Jerez. Así mismo, la Policía considera a ambos culpables de las diez violaciones denunciadas en la zona. Y en cinco de ellas, tienen fehacientemente comprobada su participación a través de las pruebas de ADN, que han dado positivo sin margen de error.

Ninguno de los dos jerezanos considerados por la Policía como los autores de las violaciones padece el defecto en la vista por el que era acusado Ricardi, si bien uno de ellos sí utiliza gafas y además tiene un ojo "llamativamente más grande que el otro", y sin las gafas que usa habitualmente, tiene la mirada como hundida. Y otra coincidencia más en este complejo y escalofriante caso: este hombre de gafas tiene unas características físicas similares a la de Ricardi: bajito, grueso y barrigudo, como lo describían las víctimas.

Pero, a pesar de estas detenciones y las pruebas concluyentes, la Audiencia gaditana estableció que "no puede producirse la revisión de la pena impuesta a Ricardi porque en su día fue condenado con todas las garantías porque la víctima le reconoció e identificó su voz entre seis personas". Y porque el ADN sólo sirvió para "reforzar" los indicios. "Me dirigí a la fiscalía de Cádiz, pedí que me explicaran como estaba el tema, porque ya se sabía que mi hermano era inocente. Ellos me dijeron que había que realizar una serie de pruebas a las personas detenidas, y que había que esperar", contaba la hermana del recluso en 'El Programa de Ana Rosa'.

La familia de Rafael clama justicia y libertad para su hermano . "Yo quiero retomar la relación, el tiempo perdido, y vivir lo que no hemos podido vivir o no nos han dejado vivir", decía emocionada Macarena, su hija. Mientras tanto, el acusado, ya rehabilitado de su adicción, continúa entre rejas por un crimen que nunca cometió y por un defecto congénito que le reveló dramáticamente culpable.