Los textos que se intercambiaron Rosa y Pedro Rodríguez diez días antes del crimen, son sorprendentes por su contenido pero también por su forma. Rosa denota una personalidad posesiva, celosa, como “una olla a presión” en palabras del experto. En cambio, la víctima destaca por su timidez, falta de autoestima y un afán sobrehumano de proteger.