El patrimonio cultural de la Duquesa está a nombre de sus hijos para evitar perderlo

Cuadros, edificios, libros incunables, obras de arte... Ese es el patrimonio que, según el papel, aglutina la Fundación Casa de Alba, una asociación que doña Cayetana creó en 1975 para promover la cultura. El organismo sirve para gestionar exposiciones permanentes y museos como el que alberga el Palacio de Liria o el Castillo de Monterrey. Además, estas exposiciones reportan beneficios fiscales ya que el acceso de público a estos inmuebles hacen que estén exentos de IBI. Según los técnicos de Hacienda unos 2.000 millones de euros, el 90% del patrimonio de la Casa de Alba está exento de impuestos porque son bienes de interés histórico o han sido cedidos a la Fundación. Además, el 10% del dinero ingresado por la familia en el organismo está exento de ser incluido en su declaración de la renta. Así, Cayetana de Alba y sus empresas inyectaron en la Fundación cuatro millones de euros en los cinco años investigados. Además, la Fundación ingresa un millón de euros por el alquiler de oficinas. Estos fondos permiten mantener 2,7 millones den inmuebles, 3,1 millones en archivos históricos, 1,5 millones en bibliotecas y 7,4 millones en museos. La mayoría del patrimonio histórico y artístico está en manos de los hijos de la Duquesa y la Fundación. La duquesa repartió en vida 206 millones de euros entre ellos. ¿Por qué ha puesto todo el patrimonio cultural a su nombre y no al de la Fundación? Porque en Madrid el derecho de transmisión y donación tributa muy poco y sale muy rentable. Además, si los bienes están a nombre de personas físicas son heredados como cualquier otra propiedad de la familia mientras que si están a nombre de una Fundación y esta desapareciese, pasarían a manos del Estado.