'Los cuadernos de los horrores': todas las notas sobre el cambiazo de los ataúdes
El caso 'Ignis' se descubrió gracias a Justo, un extrabajador que anotó durante años todas las irregularidades que se cometían en la funeraria Salvador para más tarde extorsionar a sus propietarios.
En 26 libretas llamadas 'Los cuadernos de los horrores' da cuenta de los féretros que son cambiados y cuáles no. También alerta del trato pésimo que reciben los fallecidos e incluye fotografías. "No se le ve la cara, solo el pelo, pues la han tirado en la caja de cualquier manera y está boca abajo, no la puedo volver, pues pesa bastante".
Entre los fraudes del Parque Salvador, también se incluye la entrega de cenizas correspondientes a otra cremación. "Se están dando ya demasiadas veces cenizas cambiadas por no querer esperar a que se enfríen", informa Justo.
En esta nota se puede leer cómo se llevaba a cabo el cambiazo de ataúdes. "Hacen como que los incineran allí. Los meten al horno, cuando se van los vuelven a sacar, pues no se encienden los quemadores. Solo se encienden los ventiladores para que hagan ruído". "La tercera vez que se cambia, es muy buena, de madera, pesa mucho", escribe en referencia a una caja funeraria. También se documenta el cambio de arreglos florales.
La bitácora, mostrada con detalles por este programa, también incluye valoraciones personales. "Todavía dice este cabrón de Ignacio que pierde dinero. Tengo que decir que los operarios no reciben nada de esto", aclara.
Por último acepta su implicación en los hechos. "Que me perdone Dios, pues no puedo quitarme de la cabeza pensando en ello".
La declaración de Justo ante el juez: "Se cambiaban todas las cajas que se podía"
Justo ha trabajado durante más de 20 años en la funeraria 'El Salvador' donde presuntamente se cambiaban los ataúdes por otros más baratos antes de las incineraciones. Conoce cada detalle, cada entresijo de lo que sucedía en el interior de la funeraria de Valladolid. "Se cambiaban todas las cajas que se podía", dice al juez que instruye el caso. Además, asegura que todo el mundo conocía esta práctica y que el dueño de la funeraria participaba también en los cambios de ataúdes.
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