En mayo de 2014, la Catedral de León acoge el funeral por Isabel Carrasco. Allí está Raquel Gago. Trabaja para garantizar la seguridad y el buen desarrollo del entierro. Horas más tarde, ella misma entrega el arma del crimen, es detenida y enviada a prisión. Ocho meses después y tras haber solicitado en cuatro ocasiones la libertad, Raquel Gago sale de la cárcel.