Tras llegar a Luboj, Sergio Morate intentó llevar una vida normal. Salió de compras, hizo turismo e incluso se alquiló un piso ya que pretendía permanecer allí unos dos meses, pasar desapercibido e integrarse en la ciudad. "Estaba tranquilo", dice su amigo Itsvan. Sin embargo, el jueves 13, la policía rumana ponía fin a la huida de Morate, que está recibiendo el trato de preso peligroso.