Las fuerzas de Seguridad del Estado y la Interpol han ampliado el rango de búsqueda de Guillermo Fernández Bueno, el asesino y violador fugado de una cárcel de Cantabria. Se han activado los protocolos de búsqueda internacional porque podría estar en cualquier parte aunque se barajan destinos como Sudamérica o Francia. Guillermo Fernández podría haber huido con su mujer, una trabajadora social de prisión que se encuentra en paradero desconocido.
'El Programa del Verano' ha podido hablar en exclusiva con uno de sus compañeros de prisión, quien aseguró que Guillermo "estaba enfadado porque no le daban el tercer grado". "Hacía las cosas bien ahí dentro y no se explicaba por qué la junta de tratamiento no le daba permisos", ha explicado.
Según su testimonio, Guillermo Fernández Bueno era un preso modelo o, al menos, lo aparentaba. "Era un chico normal que iba por el patio a lo suyo y no se metía con nadie", dice. "Trabajaba de ordenanza en la enfermería y cuidaba a los que estaban enfermos". Además habla del objetivo que tenía el condenado por violación y prisión. "Hablaba siempre de su mujer. Cuando salía de permiso se iba a hacer surf y tenía muchas ganas de tener una vida normal".
Sin embargo, la paciencia de Guillermo podría haber llegado a su fin. "Creo que ha llegado a un punto en que se ha cansado. A raíz de salir con tantos permisos, de hacer todas las cosas bien y estar ayudando a la gente en talleres y en el intercambio de jeringuillas, llegó un momento que buscaba su libertad y no la encontraba".
Aunque las condiciones en prisión del violador habían mejorado y había salido 40 veces a la calle, no conseguía fácilmente los permisos que pedía. “No se explicaba por qué la gente de la junta no le daban los permisos. "Creo que no vio nunca la luz al final del túnel y se cansó de hacer las cosas bien", afirma el entrevistado.
Los vecinos de la pareja del violador y asesino, una trabajadora social de la prisión, asegura nque les vieron salir de su casa con maletas y bolsas. Además, este programa ha hablado con varios vecinos del edificio en el que ella vive, en Torrelavega. "Ella es muy seca. Yo hablo con todos los vecinos, pero con ella, no", comenta una de las vecinas.