"Desde que tengo 12 años me prostituyo; mi primer cliente fue un español"

"Desde que tengo 12 años estoy trabajando. En mi familia no teníamos recursos y una amiga me contactó con un español. Me dio dinero para hacer fucking, fucking. Esa fue mi primera vez".

Vera luce sus cicatrices para que otras niñas prostitutas como ella no acaparen su territorio ni le roben clientes. Jovencitas que se pelean por llevarse a un extranjero a la cama. Menores que no quieren engordar ni que le crezcan los pechos porque los pederastas pagan más por cuerpos sin curvas.

Para ellas no es fácil trabajar en la calle de la Media Luna, en el barrio de Getsemaní, la parte de atrás de la Cartagena colonial que no aparece nunca en las postales turísticas. "Les gustan las niñas, mientras seamos así delgaditas y sin pecho, mejor".

Con su cuerpo de niña mantiene a tres hijos. Ya tiene 17 años. Consume perico (cocaína) y éxtasis para sobrellevar una profesión siempre dura, pero más aún cuando se comienza a ejercer antes de la pubertad.

Una ONG española, PROTECT, trabaja para sacarla de la calle. "Estas chicas se prostituyen con la complicidad de los hoteles de la zona, que prefieren mirar para otro lado cuando llegan con un extranjero de la mano, que evidentemente no es su padre".

Andrés Torres, su presidente, nos muestra lo fácil que es aquí registrarse en un hotel con una menor de la que no tenemos ningún tipo de documentación. Se trata de la hija de un compañero, tan sólo tiene 8 años. Al llegar a la recepción, la conversación deja claro que a nadie le importa el parentesco que pueda tener el extranjero con la niña.

-(R)Recepcionista: -¿Cuántas personas?

-(A)Andrés:- Dos

-(R)¿Matrimonio?

-(A) No, mi sobrina y yo.Toma te dejo mi documento.

-(R)Déjeme el de la niña también

-(A) No, no hemos traido, lo tiene mi hermana, pero bueno

-(R)¿No tiene ningún documento que la identifique ni nada?

-(A)Pues no, ésta es mi tarjeta de crédito.

Tras mantener esta conversación, los recepcionistas le ensañan la habitación sin poner mayores problemas. La cámara oculta no es una prueba judicial válida pero se realiza una denuncia ante la policía para que controlen los establecimientos del casco histórico. Tambiñen se realizan redadas peridódicas en clubes de alterne donde se controla la presencia de menores. Ningún menor puede alojarse sin documentación, aunque pocos se arriesgan a perdelo todo porque las leyes colombianas castigan la prostitución infantil con penas de 14 a 20 años de prisión. Además del cierre del establecimiento.

Sin embargo, no todos en Cartagena miran para otro lado. Los 20 mejores hoteleros de la ciudad han puesto en marcha la iniciativa 'La Muralla soy Yo'. En todos los establecimientos adheridos se muestras pegatinas contra la prostitución infantil. Y los recepcionistas tienen órdenes de llamar a la policía siempre que un menor sin documentación intente registrarse en el hotel.

(PARA COLABORAR CON GLOBAL HUMANITARIA-PROTECT: 902201320)

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