El estrés del tráfico ilegal deja calvas a las tarántulas

Las tarántulas también se quedan calvas. Hace poco una araña nombrada Lil Kim –por su parecido al rapero con el pelo rosado– fue rescatada en Estados Unidos. Llegaba en un tupperware y envuelta en toallas de papel, y formaba parte, como muchas otras, del tráfico ilegal de especies. En el viaje desde Brasil, su país de procedencia, el insecto se había arrancado casi todo el pelo de su trasero, lo cual se ha demostrado que se debe al estrés que supone su transporte.

Cuando la tarántula brasileña de rodilla blanca (Acanthoscurria geniculata) empieza a perder el pelo, lo hace por el trasero. Kim no llegó sola al Purdue Insect Zoo de la Universidad de Purdue, en Indiana, lo hizo con otras siete de su especie. En un hilo de Twitter, la entomóloga Gwen Pearson ha explicado cómo llegaron: “No les gusta ser transportadas” resumiría su estado.

Kim tiene menos de 2 años y es posible que no alcance la edad adulta hasta los 5 años. La calvicie de su trasero es el resultado de un mecanismo de defensa natural de la tarántula, y prueba del estrés físico en el que incurre el tráfico ilegal de animales.

Eliminar las arañas de la naturaleza también estresa el medio ambiente, añadía Pearson, y se asocia al declive de otras especies. Las tarántulas son uno de los animales más frecuentes en el mercado negro del mundo, según le ha contado Kelli Walker, cuidadora principal del Zoológico y Jardín Botánico de Cincinnati (Ohio), al diario ‘Cincinnati Enquirer’.

Allí es precisamente donde se recuperan ya y pasarán el resto de sus días las ocho tarántulas rescatadas, en el zoo de Cincinnati. A Kim le volverá a crecer el pelo, aunque antes tendrá que desarrollar una nueva capa de piel, ya que tendrá que reemplazar por completo su exoesqueleto. En el caso de las arañas más maduras, no obstante, esta recuperación llevará más tiempo y les costará más, porque hace tiempo que dejaron de mudar su exoesqueleto. Su pelo no es como el nuestro, explicaba Gwen Pearson, es más duro.

Se estima que las tarántulas han estado en nuestro planeta unos 230 millones de años y su apariencia habría cambiado poco en ese tiempo. Es por eso que su función en la naturaleza es más importante de lo que la mayoría piensa.