El argentino Fernández Díaz publica el thriller político 'La herida': "Para contar lo que con el periodismo no puedo"

Según ha señalado el autor y también periodista este lunes 22 de enero durante una entrevista concedida a Europa Press, "la novela policial se ha convertido en la gran novela sociológica" del tiempo actual puesto que "da cuenta del presente".

Fernández (Buenos Aires, 1960) sumerge al lector en la investigación de varios asesinatos que llevan al protagonista a escenarios como las ciudades italianas de Nápoles, Roma y Florencia, así como la Patagonia de su argentina natal.

En palabras del autor, el mundo en el que transcurre esta novela es "verídico" y demuestra que la propia política es "una novela negra" y en ese ámbito de corrupción, financiación de partidos políticos y enriquecimiento de dirigentes se mueve Remil, como "un héroe políticamente incorrecto".

Fernández Díaz describe al protagonista, un agente de inteligencia que trabaja en negocios oscuros y turbios en política, como el "infame" y "canalla" que todos llevan dentro, y que vive aventuras del presente que no versan sobre "buenos contra malos", sino sobre "malos contra peores", porque de otra forma cree que hubiera sido inverosímil.

Según ha relatado el escritor, hace 35 años trabajó como periodista en la "trinchera política" y entonces solo podía publicar un 20 por ciento de lo que conocía, por lo que le pareció interesante cruzar "con las armas de la ficción" esa frontera.

La novela se mueve entre el Vaticano, primer escenario, donde un amigo del Papa Francisco le encarga a Remil la búsqueda de una monja que trabaja en las favelas argentinas, para viajar al resto de ciudades italianas y a la Patagonia argentina. "Lo uso como maqueta de cómo funciona la contrucción de una hegemonía y de cómo son los negocios ocultos del poder", ha dicho.

UNA LUCHA CONTRA LAS PROFECÍAS

Al igual que ocurrió en 'EL puñal' (2014), novela en la que transmitió sus propias experiencias amorosas a Remil, Fernández Díaz también traslada en esta ocasión algo que le ocurrió con 15 años, cuando su padre, de origen asturiano y dueño de un bar, pensó que su hijo era un "vago" por querer dedicarse a la literatura.

Años más tarde, sin apenas relación con su progenitor, el autor recibió una llamada telefónica en la redacción del periódico para el que trabajaba. Era su padre, quien le preguntó por el destino del personaje de una de sus novelas, ante la preocupación de los parroquianos del bar que regentaba. "A partir de ese momento nos amnistiamos por un tiempo", ha confesado.

Aquel conflicto y "profecía" por la que su padre le dio por "perdido" sirvió al escritor para dar vida a la relación entre el jefe de polícia y Remil, una especie de vínculo entre padre e hijo que el protagonista siempre tiene presente y por la que trata de probarse a sí mismo que no es una "ruina".

"Todos nosotros tenemos una herida contra la que luchamos cada día, a veces de manera consciente y a veces inconsciente. Esa era mi la herida fundamental: luchar fantasmalmente contra mi padre para que esa profecía no se cumpliera", ha confesado Fernández Díaz.