Piden por esa boquita. Y piden al Ayuntamiento, a quién escuche, porque piden por un bario olvidado. Son sus calles, podrían estar todo el día en ellas pero buscan en la música, en el teatro una alternativa. A unos les gusta el baile, a otros cantar o componer. Con este rock han revolucionado las 3.000 viviendas. Es el lado más humano, el de la esperanza de una generación dispuesta a acabar con la mala fama del barrio.