Hace 27 años, hordas de adolescentes aterrizaron en el aeropuerto de Barajas para recibir a sus ídolos dispuestos, como siempre a esperar. Existían claramente dos bandos: Brandon o Dylan. Los dos amigos: el rubio pluscuamperfecto y el moreno imperfecto. El tupé, la ceja con muesca y la cazadora desgastada se pusieron de moda. El adiós a Luke Perry, el mítico Dylan de Sensación de Vivir, ha sido una pequeña herida en la generación de adolescentes en los 90.