El roscón, el rey de la Navidad

Una Navidad sin roscón, no es Navidad. En eso estamos muchos de acuerdo. Un dulce que nadie deja escapar.

Tanto gusta que hay quien lo quiere hasta en helado, en cóctel algo atrevido, aderezado con GIN o por qué no, en versión japonesa con un relleno diferente. Una nata de té verde, nos cuenta Jordi Morelló, del obrador Takashi Ochiai, a la que añaden un cítrico japonés que va muy bien con el amargor del té.

Llevamos días y noches con los obradores y las confiterías a destajo. Como la de Mari Martín, propietaria de la confitería Glacé.

Los que no quieren experimentos hacen cola en pastelerías como ésta, las de toda la vida. Porque lo de hacer cola también es tradición.

Buscando el mejor roscón del Universo abrió Javier Cocheteux su negocio. Un sueño, un delirio familiar que no lleva ni dos años de andadura. Sus ingredientes, dice, el cariño que ponen y la seguridad de que están utilizando materia prima de primera calidad. Entre panes y bollería hoy hacen hueco a una colección de roscones. Hoy saldrán 200 roscones. Haciendo la competencia al croissant.