Un turista británico llego a un supermercado de Santander y compró mercancía por valor de 171.000 euros. Cuando llegó el momento de pagar solo tenía 8.700. Después hizo lo mismo en un estanco, donde compró los puros más caros y el dueño terminó llamando a la policía que lo llevó a un hospital porque muy bien de su cabeza no andaba.