A Alexander Caviel, como a la gran mayoría de chicos de su edad, le gusta la fiesta. Pero, también como a muchos jóvenes de su edad, parece que le cuesta gestionarla. Todo empezó normalmente para Caviel, una cena y unas copas con los amigos que no hacían preveer cómo acabaría la noche.
Según cuenta al diario británico Essex Chronicle, “íbamos a ir a Missoula, CTZN y Bar & Beyond, (conocidos locales de ocio) pero antes de llegar al tercero mi amigo desapareció y recuerdo haber pensado ‘estaría bien volar a algún sitio’".
Y así pasó. En un estado de embriaguez que impide que el joven recuerde la sucesión de los hechos, Caviel tomó un autobús al aeropuerto de Stansted y una vez allí reservó un vuelo a Barcelona a las 4 de la mañana.
Cuando Caviel se dio cuenta de lo que estaba pasando ya era tarde, estaba en Barcelona. Así que, lejos de alarmarse, decidió pasar unos días en la ciudad, de la que guarda un gran recuerdo y a la que desea volver, pero con una mínima planificación del viaje.
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