Llevan seis horas en brazos a su amigo parapléjico para que cumpla su sueño: visitar Machu Picchu
Una historia de superación y amistad sin límites
Emiliano Bisson, un argentino de 29 años, más conocido como Choco, lleva desde los 22 años viajando por el mundo. En su estancia en Australia conoció a Philip Stephens un joven parapléjico que vive postrado a una silla de ruedas tras sufrir un accidente. Sin embargo, esto no le había quitado las ganas de viajar y Choco, quien se había convertido en su gran amigo y cuidador, le ayudó a cumplir su sueño: visitar la ciudad inca de Machu Picchu, Perú.
Durante sus años nómadas, Choco ha recorrido más de 22 países. En una entrevista concedida a Infobae, cuenta que en sus destinos pasa algunas temporadas trabajando de lo que sea para poder sobrevivir y costearse la estancia. Con un montón de experiencias a las espaldas como haber trabajado de trapecista en un circo o haberse topado con un enfrentamiento de las FARC, Choco llegó a Australia.
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Allí, un compatriota que trabajaba cuidando a Stephens, le propuso que le ayudara en esta tarea. Se lo presentó y enseguida notó que se compaginaban perfectamente y fueron forjando una amistad más estrecha.
Al cuidar a una persona, la clave es la relación entre quien cuida y quien es cuidado
"A mí me encanta preguntar y escuchar, y a él le encanta hablar. Al cuidar a una persona, la clave es la relación entre quien cuida y quien es cuidado", "tengo mucha paciencia, me encantan los proyectos locos y soñadores, pero soy desordenado y desaliñado. Philip es extremadamente ordenado y exageradamente prolijo, y muchas veces chocamos por esos motivos. Coincidimos en que a los dos nos gusta viajar y explorar el mundo" explica Choco.
Stephens, que trabaja en un banco australiano, le comentó a Choco que su sueño era conocer Mchu Picchu pero no sabía como llegar hasta allí, enseguida su fiel amigo y cuidador se puso a organizar el viaje.
Planificó un viaje por Argentina, Perú, Costa Rica, Panamá, Cuba, México y Estados Unidos con estricta parada en Machu Picchu. Los acompañaba Marcos Peluffo el otro cuidador gracias a el cual se habían conocido. La primera etapa duró dos horas y media, subieron a Stephens de espaldas al camino y cuando llegaron al primer mirador le dieron la vuelta, "¡Wow, ¿realmente estamos acá?" dijo Stephens con la mirada iluminada.
Tras cuatro horas más de trayecto con Stephens en brazos y la ayuda de dos italianos que cargaron con sus cosas llegaron al final de la subida para gritar de emoción y admirar en silencio la civilización antigua.