Obama sanea la banca en vísperas del G-20

La administración del presidente Barack Obama lanzó esta semana su plan más ambicioso para contrarrestar los efectos de la crisis económica, que consiste en que el Tesoro, ayudado por capital privado, compre activos "tóxicos" generados por inversiones fallidas debidas principalmente a hipotecas "subprime", por un importe de entre 500.000 millones y un billón de dólares.

La iniciativa desató el aplauso de Wall Street, que el lunes subió un 6,8% y cerró la semana con un incremento también del 6,8%.

La euforia de Nueva York se contagió a otras plazas y así los mercados asiáticos subieron notablemente (Tokio un 8,57%), lo mismo que los europeos (Milán un 9,33%) y los latinoamericanos (Lima un 21,3%).

Y eso que los indicadores son malos: el PIB estadounidense del cuarto trimestre de 2008 se contrajo un 6,3% y dejó el crecimiento anual en un exiguo 1,1%.

Obama trata de buscar salidas a los sectores en crisis. Con los banqueros se reunió el viernes y estos se mostraron dispuestos a colaborar en la estabilidad financiera y en la recuperación económica, y el lunes tiene previsto anunciar un plan de rescate del importante económicamente sector automovilístico, en sus horas más bajas.

Aunque Obama ve "rayos de esperanza" para una pronta recuperación económica, es consciente de que todavía hay riesgos, por eso mantiene que su gobierno siga interviniendo en la vida económica para evitar males mayores.

Mientras, el primer ministro británico, Gordon Brown, anfitrión de la cumbre del G-20 en Londres del 2 de abril, ha ejercido como guía espiritual de la reunión en una gira internacional para concienciar de que la refundación del sistema de regulación financiera es la piedra angular para tener un futuro económico saludable.

Brown espera que la reunión impulse la demanda, ponga en marcha planes de estímulo fiscal y estabilice el sistema bancario.

La Unión Europea espera que en Londres se acuerde regular más estrictamente los mercados financieros y combatir los "paraísos fiscales", EEUU que se estimule la economía global y reforme el sistema regulador, y Latinoamérica (Argentina, Brasil y México) que se reestructuren los organismos financieros multilaterales, se controlen capitales y se mantengan abiertos los créditos a economías menores.

El Fondo Monetario Internacional recomendó al G-20 que entienda que no hay "soluciones nacionales" para la crisis global y a sus líderes que actúen rápidamente y con firmeza para sanear el sistema financiero, básico para que se evite una depresión.

A pesar de que Obama y otros líderes empiezan a ver el vaso medio lleno, instituciones como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) aún lo ven medio vació y por ello ha revisado a la baja sus previsiones para este año en sus 30 países miembros, porque augura una contracción del 4,2%.

Como medidas paliativas, por ejemplo, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) anunció en su Asamblea de Gobernadores que desembolsará 18.000 millones de dólares en créditos este año para sortear la crisis global.

Y otro ejemplo es el del presidente del Banco Central Europeo, Jean-Claude Trichet, que insiste en su idea de que las tasas de interés en Europa (1,5%) pueden bajar más este año.

Otros, como el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, intentan activar la economía mediante soluciones socio-económicas, y así anunció la construcción de un millón de casas para reducir el déficit de viviendas y a la vez atajar la crisis.

En cuanto al petróleo, se mantuvo estable esta semana en los mercados internacionales en torno a los 52 dólares por barril, aunque los países productores son partidarios de que la OPEP estudie en mayo nuevos recortes de la producción que apuntalen la tendencia alcista de los precios desde mediados de mayo.