La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, tendió una mano a los 'indignados' que han protestado en los últimos días contra el encarecimiento de la vida y el aumento del precio del transporte. Alabó las manifestaciones y aseguró que "hay que escuchar la voz de la calle". A pesar de sus palabras, las movilizaciones continuaron la pasada noche.