El polaco Donald Tusk arranca este lunes su mandato como presidente del Consejo europeo

Tusk (Gdans, 1957) toma el relevo del belga Herman Van Rompuy, quien siempre ha ejercido de mediador en la sombra entre líderes, logrando acuerdos de mínimos en los momentos más duros de la crisis de deuda. El mandato, de dos años y medio, es prorrogable una sola vez.

En su último discurso como jefe de la institución, Herman Van Rompuy, advirtió de que las tareas del presidente del Consejo se describen de manera "vaga, casi esquelética" en el Tratado, lo que permitió que sus competencias quedaran definidas "por los hechos".

Así, Van Rompuy apostó por "hablar claro" de la situación real creada por la crisis y de los esfuerzos necesarios para salir de ella -pese al riesgo de "populismos" y "desencantos"--, "crear esperanza" con todos los medios económicos para reencontrar el crecimiento y "establecer y cuidar la confianza" entre los países de la UE, las instituciones y los dirigentes.

Con la salida del político belga y la llegada de Tusk, conservador y europeísta declarado, aumenta el poder de Polonia y de los países del este dentro de la UE, y refuerza así la línea dura contra Rusia en plena crisis en Ucrania.

El nuevo presidente del Consejo, que no habla francés ni inglés, pero sí alemán, tercera lengua de trabajo de la UE, presidirá además las Cumbres del Euro, aunque su país no forma parte de la moneda única.

El exprimer ministro polaco estudió Historia en la Universidad de Gdansk, su ciudad natal, desde donde participó en la fundación del sindicato Solidaridad y llegó al poder en Polonia en 2007, al ganar las elecciones con Plataforma Cívica, y fue reelegido en 2011.