Los líderes laborista, liberaldemócrata y del UKIP dimiten por la derrota electoral

Tres en uno, tres dimisiones en un día. El primer ministro David Cameron se ha cobrado de un plumazo las cabezas de sus tres grandes rivales. Se va el laborista Ed Miliband, que hasta hace unas horas soñaba con ser el nuevo inquilino de Downing Street, y que se ha quedado finalmente muy lejos de los conservadores. También dimite el líder de los liberales, Nick Clegg, que ha pagado carísimo su apoyo al gobierno los últimos cinco años. Y adiós también a Nigel Farage, el jefe del populista UKIP. Aunque su partido no puede decirse que haya fracasado. Es el tercero en voto y ha conseguido contagiar al país su obsesión con la inmigración. En fin, tres que se van y uno que se queda cinco años más. Con una mayoría absoluta tan inesperada que de la alegría Cameron casi deja tuerta a su mujer. Le ha salido bien la baza del miedo a una coalición entre laboristas e independentistas escoceses. Aunque el éxito rotundo de los nacionalistas en Escocia ya tiene premio: Cameron les ha prometido las nuevas competencias en breve.