La ONU alerta del riesgo del "discurso de odio y la incitación a la violencia" imperantes en RCA

"La violencia de la última semana en Bangui demuestra lo volátil que es la situación y lo fácil que las multitudes pueden ser manipuladas en turbas enfurecidas dispuestas a atacar sus barrios sobre la base de su religión", ha denunciado Zeid, en referencia a los enfrentamientos registrados en la capital.

Al menos 22 personas murieron, incluido un sacerdote, y 185 resultaron heridas el 1 de mayo en los ataques perpetrados en el barrio predominantemente musulmán PK5 de Bangui por un grupo armado liderado por 'Force' en respuesta a los intentos por parte de las fuerzas de seguridad para detener a uno de sus líderes, que incluyeron una iglesia. Como represalia, cristianos perpetraron ataques de venganza, que incluyeron la muerte por linchamiento de tres musulmanes, según la oficina de Zeid, que ha precisado que los ataques continuaron hasta el fin de semana, afectando a hospitales, iglesias y mezquitas.

"Con el discurso de odio e incitación a la violencia tan prevalentes en los medios y en las redes sociales, temo que erupciones espontáneas de violencia como la del 1 de mayo puedan convertirse en más generalizadas y difíciles de contener", ha reconocido el máximo responsable de Derechos Humanos de la ONU.

Zeid ha instado al Gobierno centroafricano y a la comunidad internacional a que se mantengan vigilantes y adopten medidas serias que contengan la incitación a la violencia por motivos comunitarios.

Asimismo, ha defendido que "los autores de los asesinatos y los violentos ataques sean responsabilizados penalmente de forma individual para que toda la comunidad no sea incluida en el mismo saco". "Esto dificultará más que los grupos armados oportunistas manipulen a multitudes enfurecidas para ataques de venganza contra toda una comunidad", ha considerado Zeid, subrayando que "RCA conoce demasiado bien que eso puede ocurrir si los sentimientos son avivados hacia la violencia".

Por último, el alto comisionado ha pedido a todos los actores nacionales e internacionales relevantes que emprendan acciones decididas para evitar de forma efectiva futuros brotes de violencia y violaciones de los Derechos Humanos, además de reclamar que no se permita que el último estallido eche por tierra el proceso de paz facilitado por la Unión Africana.